En calle General Paz al 2625, se levanta un vivero al que lo caracteriza no sólo sus productos sino también la increíble atención. En esa vereda de barrio Alta Córdoba, todos los días Rubén Dario Viviani prepara las macetas, acomoda el jardín y cuelga los carteles para comenzar a vender sus plantas. Hace algunos días, su foto sentado frente al negocio se volvió viral en redes sociales y también, entre las personas de la zona que no dudaron en elegir sus flores.
En siete meses, Rubén cumplirá 82 años y su voluntad y ánimo para continuar en la atención al cliente, son dignos de admiración. "Tengo 82 pero un espíritu de chico de 18 años, porque a mí lo que me sobran son ganas de trabajar", bromea.
A continuación, una entrevista de Vía Córdoba a Rubén Viviani, que nos recuerda el valor que le otorgan al trabajo las generaciones pasadas, y a cómo las redes sociales pueden ser eco de historias para destacar.
Un posteo que se convirtió en publicidad
Su nieta Paula fue quien fotografió a Rubén y lo subió a las redes sociales. Pero, lejos de pasar desapercibida, la publicación se comenzó a viralizar. "Mi nieta sacó la foto, y como yo todavía me manejo en los tiempos de Colón, entonces no pensaba que tanta gente veía eso", comienza contando Rubén y continúa "Traje, por decirte, 250 plantas para festejar el Día de la Madre. Y ese día vinieron 500 personas a comprar, de las cuales 450 llegaron por el aviso que subió mi nieta; y se llevaron todo, no me llevaron a mí porque no tenían lugar".
Entre bromas nos cuenta que hace 21 años se encuentra frente al vivero, pero que el negocio debió cerrar cuando él enfermó y su esposa falleció. Pero, lejos de abandonar, volvió a abrir y hoy se ha convertido en uno de los más conocidos de zona norte gracias a toda la repercusión de las redes. "Hoy por ejemplo he vendido más de 5 mil pesos, y la gente viene por el aviso", detalla Ruben.
Una rutina de trabajo programada
Antes de contarnos cómo es su día habitual, Rubén asegura que a pesar de la pandemia, siempre se mantuvo activo y trabajando en el vivero. "Si a mí me preguntan, sé por la televisión que van 200 días de cuarentena, pero no sé qué fue la cuarentena. Estuve trabajando y no tuve tiempo para estar en cuarentena. No me alcanzan las horas del día", cuenta.
Cada nueva jornada, Rubén se levanta las 6, y a las 8 ya tiene el vivero montado frente a su casa, y acomodada la parte de adentro, ya que en el interior de su domicilio tiene una gran cantidad de ejemplares para que sus clientes puedan apreciar.
"Trabajo con el Jardín Tucumano, uno de los viveros más grandes de Córdoba. Estoy hace muchos años con ellos, conocí a los abuelos, los padres y hoy, los nietos que son quienes me atienden. Y gracias a Dios, tengo una mano muy buena para las plantas y hago muchas plantas propias", comenta Rubén.
Un concepto distinto del trabajo
"Yo lo que menos pienso es en sentarme en la mesa a comer porque si yo tengo que trabajar, lo hago. A mí me gusta el trabajo, y las plantas me enloquecen, son algo muy hermoso", comienza diciendo el vecino de Alta Córdoba. Y agrega que si bien él está frente a la producción de plantas en el vivero, para la atención al público también cuenta con ayuda de sus nietos.
"No me puedo quedar adentro de mi casa. La casa es para ir a comer y dormir", afirma, y nos hace notar las importantes modificaciones que ha tenido el concepto del trabajo a lo largo de los años.
"Los chicos de hoy no están más en la rama nuestra, ya no quieren aprender, porque este trabajo que hago no es para mí; es un trabajo para un chico de 30 años. He hecho ahora más de 250 plantas, y con estas plantas tengo que esperar dos años para venderlas, y de acá a dos años o tres yo voy a tener 85, y no sé si voy a poder hacerlo", dice.
Bueno, bonito y barato
Para los verdaderos amantes de las plantas, el vivero de Rubén es más que recomendado. Si debemos destacar productos, el dueño del negocio nos detalla: "Hay hortensias hermosas, están los lirios, las ixoras, bignonias tengo como seis variedades. Todas las plantas del vivero son muy hermosas. Lo que pasa es que si usted no tiene amor por lo que hace, la planta no le va a responder y se va a secar. A la planta hay que tenerle cariño y amor", explica.
Es importante destacar, que la calidad está acompañada de precios muy accesibles. "Tengo 21 años con el negocio, lo puse dos años antes de que me jubilara, siempre marqué los precios con un margen bastante bajo y accesible. Sobretodo hoy, porque regalar o tener una planta no es esencial como comprar pan; entonces, en la situación en la que estamos capaz no se puede comprar una planta. Hay muchos que miran, paran y se enloquecen con las plantas, pero nada más", justifica.
“Para mí, esta es la alegría más grande que tengo”
Con una emoción que nos enternece y una fuerza que se destaca, Rubén asegura que el negocio no sólo le significa una ayuda económica sino que le da vida.
"Yo estoy sentado acá afuera del vivero y de 10 autos que pasan, 5 me saludan porque son clientes míos. Y para mí, no son clientes son amigos porque yo los atiendo con mucho cariño, mucho amor. Si ellos no vienen acá yo no puedo pagar los impuestos. Entonces soy un agradecido de ellos, para mí son amigos y los trato de ayudar en todo lo que pueda", finalizó Rubén.