Por Alejandra Boldo.
Diferentes estudios científicos confirmaron a lo largo del tiempo que el cerebro necesita de las amistades para funcionar bien. Además, esos vínculos son importantes para ayudar a las personas a desarrollarse emocional y socialmente. Mediante las relaciones de amistad, se aprenden normas, se sopesan alternativas y se toman mejores decisiones.
Aunque el entendimiento pleno de la contribución de las interacciones sociales humanas al cerebro es complejo, y aún no se conoce completamente, se sabe que tener relaciones interpersonales valiosas de larga duración y una vida social activa protege nuestro cerebro.
Cuando se forma o se mantiene una amistad, se involucra un conjunto compartido de circuitos y vías neuronales. De hecho, la corteza prefrontal (región del cerebro situada sobre los ojos) es más grande cuanto mayor es el número de amigos que se tiene. Por eso, se sugiere que la camaradería genera un impacto beneficioso para la salud y ventajas adaptativas.
En ese sentido, el neurólogo Claudio Waisburg asegura que los lazos positivos y duraderos son clave para el bienestar general de los seres humanos. "Las relaciones sociales juegan un papel esencial en la sociedad humana ya que afectan a las funciones psicológicas, fisiológicas y de la conducta", detalla el especialista.
Así las cosas, las conexiones sociales positivas aumentan el buen humor y acotan el malo, aumentando la función inmunológica en situaciones de estrés. La soledad, en contraposición, socava la salud y puede ser tan perjudicial como fumar. "El cerebro se alimenta de glucosa, oxígeno, pero también de amor y de vínculos sociales", remarca el director médico del Instituto Soma.
Tener y ser amigo
Waisburg también advierte sobre la necesidad, desde temprana edad, de tener amigos y aprender a ser un buen amigo. En esa línea, se sabe que las amistades son importantes para ayudar a los niños a desarrollarse emocional y socialmente.
“La amistad proporciona un campo de entrenamiento para probar diferentes maneras de relacionarse con los demás. A través de la interacción con los amigos, los niños aprenden a experimentar miedo, enojo, agresión, rechazo, a ganar y a perder y entienden lo que es apropiado y lo que no. También adquieren conocimientos sobre el posicionamiento social y las clases de poder. Aprenden que diferentes personas y diferentes situaciones requieren diferentes comportamientos, y llegan a comprender los puntos de vista de otras personas”, precisa el experto en neurociencia infantil.
Cuatro amigos, dos veces por semana
La salud de un hombre y su bienestar mejoran si se junta con sus cuatro mejores amigos, dos veces por semana, para practicar algún deporte, charlar y reír juntos. A esa conclusión llegó el psicólogo Robin Dunbar, del área social y evolutiva de neurociencia de la Universidad de Oxford.
La investigación, además, indagó en la calidad de las interacciones con los amigos de acuerdo al número de personas y el tiempo que les dedican. Los hombres, en promedio, reservan un poco menos de la mitad de su tiempo en alimentar sus amistades cercanas. Por otra parte, cuando el grupo sobrepasa las cinco personas, es poco probable que ocurran situaciones divertidas que generen la producción de endorfinas necesarias para causar bienestar y felicidad.
Un mejor amigo imprescindible
La ciencia sigue comprobando, en diferentes investigaciones y estudios de campo, que la amistad es imprescindible. Sucede que tener un mejor amigo ayuda a una persona a superar de mejor manera las experiencias negativas en su vida.
Un estudio de la Universidad de Concordia, en Montreal, demostró que contar con un mejor amigo durante un evento desagradable tiene un impacto inmediato sobre el cuerpo y la mente, disminuyendo el estrés y aumentando la autoestima.