El tiempo dura lo mismo de siempre. Lo que ocurre es que cada vez pareciera alcanzarnos para menos. Es por eso que ver de qué modo lo podemos optimizar es una buena medida para recuperarlo en favor nuestro.
Son momentos de mucha exigencia y poder cumplir con todas nuestras obligaciones se vuelve un camino cuesta arriba. Sin embargo, se puede lograr una mejor productividad y una mayor eficacia, que repercutirán en nosotros de modo muy positivo.
Poder optimizar el tiempo es el camino indicado. No se logra de un día para el otro y hay que adquirir cierta disciplina. Pero no es para nada imposible.
El primer paso es disminuir las interrupciones, lo que permitirá que termines tus tareas a tiempo, evitarás agotamiento mental y tendrás mayor capacidad para mantener el foco y la concentración.
Para ello, hay que minimizar la recepción de llamadas telefónicas, las reuniones innecesarias y los pensamientos que nos llevan a distraernos.
HAY MÁS. Otro punto vital es organizar tu día. Esto significa ponderar lo que es fundamental hacer. Un buen método es anotar las tareas, en orden prioritario. Y a cada una otorgarle un determinado tiempo para llevarla a cabo. Un detalle: recordá que mientras más tiempo tenés para realizar alguna tarea, más tiempo tardás en completarla.
Motivación y concentración son fundamentales. Cuando uno hace lo que le gusta, es más fácil. Cuando nos toca hacer algo que no nos agrada, nos distraemos con mayor facilidad. Ahí juega la concentración. En ese sentido, está comprobado que una persona puede sostenerla hasta un máximo de dos horas. Sin embargo, un buen método para que apliques es el de realizar una tarea durante 25 minutos, descansar 5 minutos y retomar esa tarea. Y así sucesivamente hasta completarla.