Por Gonzalo Toledo.
Casi sin promoción, llega a los cines de Córdoba, Yo, Daniel Blake, nueva película de Ken Loach que nos pone de testigos de la burocracia que todos padecemos, en nuestros respectivos países.
Con el oficio de un maestro, Loach cuenta una historia sentimental que nunca cae en el golpe bajo y que genera una sensación de satisfacción al ver que no estamos tan equivocados cuando nos quejamos de los trámites engorrosos y las trabas que se ponen a cada paso.
Daniel (Dave Johns) es un carpintero que sufre del corazón y necesita que le aprueben su seguro social, y lo que se encuentra de frente es una compleja red de oficinistas que se la ponen bien difícil. Interminables horas de espera al teléfono, la obligación de auto gestionar su trámite en Internet (todo un problema para las personas mayores) y el trato frío en las oficinas de la seguridad social son el escollo que Daniel enfrenta con la seguridad de que no se la van a ganar.
Premiada en Cannes, se trata de una excelente pintura de una Inglaterra que no es exactamente aquel "primer mundo" del que tanto hablan algunos locutores radiales de la mañana.
Hay que verla y enojarse, porque como dice Ken Loach: "si no estás enojado ¿qué clase de persona sos?".