Los antecedentes y características del sistema de Pastoreo Racional, al que se ha definido como “una alternativa de desarrollo basada en el mejoramiento de la relación entre ganado y pasto”, remiten a estudios de los fisiólogos Andrée Voisin (Francia) y Ernst Klapp (Alemania).
Las ideas de estos pioneros se podrían sintetizar en la ecuación: “mayor carga animal sobre el menor espacio y en el menor tiempo posible”. En América Latina la propuesta fue recogida y aplicada por quienes serían los máximos propulsores del Pastoreo Racional: Edgardo Vanoni y Gustavo Lundenberg (Argentina), Arno Klocker (Chile), Guillermo Labrón (Paraguay), y Luiz Pinheiro Machado y Nilo Romero (Brasil).
De esta manera, se genera un mejoramiento del tapiz herbáceo que, con el tiempo, se convertirá en una empastada permanente, más sostenible en el tiempo y con mejor ratio de utilización por ende de producción.
La diferencia esencial del Pastoreo Racional con la ganadería extensiva radica en que, en éste, el ganado camina menos evitando el nocivo pisoteo del pasto (y ahorrando calorías para su propio engorde), aprovecha mejor las pasturas por la menor selección en cuando a palatabilidad (lo cual permite un crecimiento parejo de las múltiples especies) y concentra mejor sus bostas produciendo una progresiva incorporación de nutrientes.
Producir a bajo costo es uno de los pilares del programa. Se busca conseguir forrajes económicos y la eliminación en la compra de insumos industriales: menores gastos, donde los principales insumos que se utilizan son la energía solar y mano de obra y un tapiz adecuado para la recepción de una alta carga instantánea de cabezas. También suma trabajar con varias parcelas en simultáneo, con un registro de fechas de pastoreo, que hace a la eficiencia en el uso de forrajes disponibles.
Los que llevan adelante el programa aluden que en pastoreos extensivos, llamado selectivos o subpastoreos, se desperdicia un 60% del pasto producido, en cambio en el PRV/PRI solo alcanza entre un 15 y 30%.
En estos pastoreos selectivos, el vacuno elige lo que come, por lo que queda mucho pasto sin comerse, en el PRV se busca la competencia entre las vacas y lograr que dejen a un lado su hábito selectivo y se vuelvan devoradoras de todo lo disponible.
Otro de los ejes es la mejora en los suelos, que al eliminar agroquímicos, se da estabilidad al ecosistema. Al existir una mayor densidad de plantas en el suelo y activarse la biocenosis, permite una mayor carga animal concentrada que lleva a un proceso de fertilización natural.
Este aumento de fertilidad, sumado al descanso que se da a cada parcela según la época climática, son causas de una oferta forrajera más abundante y de mejor calidad a medida que transcurre el tiempo, pudiendo incluso en años más complicados climáticamente analizar el aporte de una buena fertilizada a la pastura para hacer un re balance de la estructura de la pradera y la composición de sus especies integrantes a efectos de sostenerla a lo largo del tiempo.
Hay que estar listo para la adopción de la técnica: las personas que se inclinaron a llevar a cabo el método se vieron en la necesidad de hacer un cambio de paradigma, con una visión productiva.
Sin embargo, la realidad ganadera muestra que no existe aún en el país una gran aceptación con el programa, Los defensores del PVR creen que las causas de que no sea un auge es el miedo de los productores a cambiar.
Dejar el modelo agroindustrial y apostar a otro paradigma es difícil, pero una cuestión fundamental es la falta de gente a la cual hay que especializarla, que viva en el campo, ya que los tiempos requeridos para llevar adelante el modelo amerita una atención dedicada y todos sabemos que la mano de obra actual disponible del sector está en salida o en desarraigo de las tareas tradicionales siendo todo un desafío para el productor lograr un equipo a la altura que las circunstancias ameritan.