El papá de Laura Sanoner no sabía nada de su hija, por eso decidió ir a ver qué pasaba en la puerta de su casa junto con un cerrajero el pasado 19 de septiembre. Allí, encontró a la mujer de 51 años en la bañera con el cuerpo en descomposición, con una sábana blanca que le tapaba la cara y una media que le cubría la boca.
Según los investigadores, la muerte se produjo 34 días antes de que el hombre de 84 años, Edgardo Sanoner, encontrara a su hija en el barrio porteño de Belgrano. Sin embargo, los grandes avances en la investigación se dieron en las últimas horas donde dieron con Diego Arener, una expareja de la víctima a quien ella misma había denunciado por robo.
Según informó el diario La Nación, la hipótesis que manejan los investigadores es que se trató de un robo millonario con el que Arener se compró una moto, ese mismo día, valuada en 990.000 pesos. Además, en agosto pasado, compró un auto valuado en U$S 16.200 que habría puesto a nombre de su actual pareja, también procesada pero sin prisión preventiva.
Otra de las novedades del caso, fue que Arener tiene un procesamiento por matar a un remisero en la provincia de Santa Fe. El hombre tenía una pena de 20 años de cárcel por un crimen en ocasión de robo y estaba condenado. Sin embargo, en 2013 se fugó de la cárcel tras una salida transitoria.
Qué había denunciado la víctima contra el presunto asesino
Laura Sanoner habría tenido una relación con el homicida hace más de seis años y no terminaron de buena manera. De hecho, el 23 de octubre de 2016 acusó a su ex de haberle robado 40.000 dólares, 50.000 pesos, alhajas y teléfonos celulares tras su separación.
“En 2016, cuando Laura Sanoner lo denunció por robo, el sospechoso tendría que haber estado preso”, explicó una fuente judicial, respecto a la condena que debería cumplir el presunto homicida que se fugó de la cárcel.
Entre aquella denuncia y el crimen de Sanoner el acusado fue recapturado, pero en diciembre de 2021 volvió a fugarse durante una salida transitoria y logró mantenerse prófugo hasta ahora, que volvió a caer por el homicidio de su expareja. Es que el asesino, esta vez, dejó su marca en la escena del crimen: encontraron sus huellas en el frasco de un perfume, en un vaso y en una lata metálica.
Según indicó el juez a cargo de la investigación Gustavo Pierreti, “la defunción se produjo por asfixia mecánica por sofocación, ya que la sábana que le cubría por completo la cabeza y el cuello y la media atada alrededor del cuello y la cara a modo de mordaza, le provocaron la tracción de la comisura de los labios y la consecuente apertura de la boca que, junto con la sábana, obstruyeron las vías respiratorias e impidieron el ingreso de aire”.
