La oficial María de las Mercedes Martínez sufrió durante mucho tiempo la violencia ejercida por su ex pareja, también miembro de la Policía Federal, hasta que un día decidió denunciarlo. Tras armarse de valor y dar a conocer el infierno en que vivía, fue separada de la Fuerza. Ahora exige que la reincorporen.
Martínez y el subcomisario Ángel Notarfranceso se conocieron cuando ella estaba a cargo del personal policial en la Sociedad Rural. "Empezamos a salir y yo quedé embarazada", contó la mujer a TN. En aquel momento él le aclaró que no se iba a hacer porque "le cortaba las alas con las mujeres".
Sin embargo, pocos días antes del parto él regresó y se fueron a vivir juntos a un PH que habían comprado los padres de ella. "La violencia empezó cuando volví a trabajar. Me recriminaba todo. Me celaba, me criticaba por lo que me ponía. Gritaba, empezó a empujarme. Yo trataba de proteger a la nena", recordó.
Poco a poco, los encontronazos comenzaron a ser más violentos. "Él empezó a sacar el arma en las discusiones y como le tenía miedo, yo se la escondía. Entonces, empuñaba una cuchilla, se cortaba él mismo y me culpaba de lo que lo 'obligaba' a hacer". Todos sus allegados intentaban tranquilizarla, le decían que tenga paciencia, incluso lo defendían. Pero la violencia no cedía.
Finalmente, a través de una carta, Mercedes le comunicó a Notarfrancesco que quería separarse. Él le propuso matrimonio y ella lo rechazó: "Yo estuve muy enamorada de vos, pero ya no", le respondió. La reacción fue una ola de amenazas. Le advirtió que le iba a arruinar la carrera, que la iba a hacer echar de la fuerza si no volvían a estar juntos. Algunas noches se aparecía en la casa que habían compartido fuera de sí.
La cabeza de Mercedes hizo un 'click' el día que Notarfrancesco le apuntó a la cabeza con el arma reglamentaria a la hija de ambos, de 11 años. Tomó coraje y fue a denunciarlo acompañada por su padre, pero le dijeron que no le iban a recibir el trámite. "Fue solamente ante la insistencia de mi papá, que me pidió que le hiciera escuchar al comisario los mensajes amenazantes en el teléfono que me había dejado, que aceptaron escucharme y asentar la denuncia, a regañadientes", relata.
Luego, en lugar de protegerla, le iniciaron un sumario por haber revelado públicamente aspectos de su vida privada "generando una interferencia en sus actividades como agente policial". La idea que prevalecía era que "los conflictos de pareja debían resolverse en el ámbito privado". Intervino Asuntos Internos. Notarfrancesco no tuvo ninguna restricción de acercamiento, ni se le retiró el arma con que había amenazado a su mujer y a su hijita.
Se hicieron tareas de seguimiento sobre ella. Indagaron en aspectos de su vida, tratando de involucrarla en prácticas religiosas afroamericanas o ritos "no reconocidos". Empezaron a trasladarla de destino cada cuatro meses, no la ascendieron durante tres años y al cabo de ese período la obligaron a retirarse.
En cambio, el violento siguió con su carrera, y recibió un ascenso. Continuó dentro de la Policía hasta que murió en la calle de un paro cardíaco en el 2012. Ella, que ahora también estudia Derecho, hace meses intenta conseguir que la reincorporen a la fuerza y le devuelvan el grado de subinspectora.