Por Javier Firpo (jfirpo@larazon.com.ar)
Maruja es ella. No hay otra. Basta con sólo decir "Maruja" que todos aquellos habitantes del circuito alternativo saben que se trata de Bustamante, quien por causa y efecto de sus obras y actuaciones se ha hecho un merecido espacio en la escena. "Yo estoy siempre agradecida de todo lo que he transitado", dice con cierta timidez Maruja Bustamante. "Hacer teatro es lo que le da sentido a mi vida. Cuando las historias, las estéticas, las formas o las ideas brillan, yo soy genuinamente feliz. No me arrepiento de nada de lo que hice ni hago, las cosas pasan siempre por algo y de todas se aprende", reflexiona inteligente.
¿Cómo te llevás, puntualmente, con tu trabajo?
Soy muy autocrítica, la persona más hostil con respecto a lo que hago. Me importa mucho todo. Soy paranoica, culposa y siempre pienso que estoy haciendo cualquiera.
¿El cuerpo te juega a favor o te sentís encasillada?
A veces me veo bastante encasillada, porque mi cuerpo limita mi abanico de personajes. No por mí, eh, sino por quién elige. Pero bueno, yo no me veo actuar... Pero trato de fundirme con el universo de cada obra, observando todo: qué ropa me ponen, dónde me paran, qué luz hay, quiénes son mis compañeros. Escuchando mucho al director trato de entender y ensamblarme.
¡No se ve actuando! Lo dijo Maruja. Extraño porque en “Todo tendría sentido si no existiera la muerte” (Centro Cultural San Martín), Maruja la rompe. ¿Cómo la convenció el autor y director Tenconi Blanco? “Me llamó y me dijo que había escrito el personaje para mí. Dudé porque cuando alguien te dice algo tan elogioso es muy fácil decepcionarlo”, recuerda Bustamante, que afirma que su Liliana “tiene humor y ternura dentro de una obra que me gusta porque es como una novela pulposa que habla de la fraternidad y los deseos, que es emotiva y contemporánea sin ponerse esnob”, describe sobre “Todo tendría sentido...”, esa sesusa, conmovedora y bizarra obra del mencionado Tenconi Blanco, con un elenco fantástico (enormes labores de Lorena Vega, Andrea Nussembaum y Agustín Rittano) y con una Maruja como embanderada y en la piel de una noble, leal y darky empleada de un videoclub devenida realizadora amateur de película porno.
Es que la pieza se sitúa en un pueblo del interior, a finales de los ochenta, donde una maestra (Vega) se entera de que tiene una enfermedad terminal y, como última voluntad, decide filmar una película pornográfica. “Termino agotada como si corriera un pentatlón”, remarca la actriz de 39 años. Hay un detalle no menor: la pieza dura tres horas y en los últimos sesenta minutos tiene un leve declive. “La obra tal vez se debilita, como la protagonista. De todas formas, cuando actúo trato de no meterme en otras cosas por dos temas: es muy probable que no tenga la distancia suficiente y necesito mi proceso de incorporación del personaje”.
¿Cómo te cae tu personaje masculino y trash?
El tema “gorda matona” fue difícil de asimilar porque tengo el estigma de que como soy gorda, soy fuerte. Y la verdad es que tengo unos brazos muy débiles y que me angustia mucho pelear. Pienso además que los prejuicios sobre mi cuerpo hicieron estragos con respecto a mi comportamiento en sociedad. Soy capaz de llevar la ira a un extremo gigante con tal de no ser insultada o menospreciada.
Desde este espacio se recomienda ver una obra osada y distinta, en la que los actores dejan el alma. Pero también disfrutar a Maruja, una actriz que se luce con ese costado varonero, que conmueve y, además, produce carcajadas. Se nota que disfruta la atmósfera teatral y tirar paredes con sus compañeros, porque tiene claro que la clave en el off es "saber dar el pase para meter el gol".
Tragicomedia erótica. De M.Tenconi Blanco. Con L.Vega, M.Bustamante, A.Nussembaum y más elenco. Viernes, sábado y domingo en C. Cultural San Martín. Duración: 180’.