En el barrio porteño de San Cristóbal se esconde una de las leyendas urbanas que más llama la atención de sus visitantes. Se trata de una casona antigua ubicada sobre la Avenida Entre Ríos al 1081, la cual se llena de curiosos durante los días de lluvia, quienes buscan encontrarse con el "fantasma del ahorcado" merodeando en el mirador.
El enorme caserón cuenta con tres pisos, fue construida a principios del siglo XX por obra del reconocido arquitecto Virginio Colombo. Y aunque en su época fue una hermosa propiedad, hoy solo quedan vestigios del lugar.
Fue en 1926, cuando la familia Rocatagliatta decidió mudarse a la planta alta de esta Casona. El clan de origen italiano estaba conformada por Luiggi, su esposa Glorietta y sus mellizos de 17 años Emmanuel y Vittorio.
Mientras que en la planta baja estaba rentada por una familia de inmigrantes integrada por Ernest Zick, de nacionalidad húngara; su esposa Dolores y la hija del matrimonio, llamada Celina Amparo, de 16 años.
Según cuenta la tragedia, ambos hermanos se enamoraron perdidamente de Celina, convirtiéndose en una competencia el amor de la joven para ellos. Hasta que bajo la terrible tormenta de la noche del 17 de mayo de 1927, Vittorio creyó que su hermano mantenía una relación a escondidas con la joven y en medio de sus celos decide asesinar a Emmanuel ahorcándolo en su cama.
Confundido, asustado y lleno de culpa, Vittorio sube por las escaleras de servicio hacia la terraza, toma un rollo de alambre para colgar la ropa y con la ayuda de una mesa y una silla, ata el alambre a las vigas del techo, lo enrolla en su cuello y con una firme patada desata el principio de su final.
A la mañana siguiente, cuando los padres de ambos hermanos encontraron primero a Emmanuel muerto en su cama y luego la horrible escena de Vitorrio meciéndose desde el mirador, mientras los pájaros volaban sobre su cuerpo frío, el corazón de Luiggi no aguantó las perdidas de sus amados hijos y, bajó la mirada de sus vecinos, falleció a los pocos minutos por un infarto.
Los restos de los tres hombres Rocatagliatta reposan en el cementerio de la Chacarita. Al entierro asistieron numerosos vecinos y amigos de la familia, también estaba presente Celia, vestida de riguroso luto, junto a sus padres que escuchaban los murmullos que culpaban a su hija de lo ocurrido.
La leyenda del fantasma del ahorcado vino muchos años después, cuando una pareja de nacionalidad haitiana se mudó al lugar. Entre los comentarios y la negativa de los vecinos por "las prácticas de vudú o supuestamente magia negra" que realizaban los nuevos inquilinos, comenzó a surgir el rumor de que en las noches de tormenta aparecía la figura del ahorcado en el mirador.