Por Javier Firpo
Últimamente el teatro y cine están llevando la crisis de los cuarenta y el inminente arribo de los cincuenta con mayor asiduidad al escenario y a la pantalla, respectivamente. Una de las crisis hipócritas del mundo moderno: la obsesión por la belleza y la juventud dominan la ficción porque es un crudo mandato de una realidad cada vez más maquillada.
Ya se estrenó la italiana "Por siempre jóvenes", del romano Fausto Brizzi, quien con esta película uno se pregunta si está haciendo un llamado a la solidaridad o un pedido de auxilio, o, quizás, se trate de una catarsis o desahogo, avecinando su medio siglo de vida. "Me niego a resignarme a ser derrotado por el paso del tiempo", afirma el autor de "Todos tenemos un ex", ópera prima con la que se convirtió en uno de los realizadores más taquilleros. "¿Qué sucede? ¡Ya no hay abuelos y tíos, mamás y papás: claro, todos están haciendo pilates!", ironizaba Brizzi cuando presentó su film.
La película cuenta con varias historias en simultáneo, lo que la hace efectiva, dinámica y sobre todo reconocible. Todos nos veremos reflejados (o asociaremos a alguien) en alguno de esos personajes que le hacen un corte de manga al ridículo: así conoceremos, por ejemplo, a Franco, un setentón fundamentalista por el deporte, que ve como su vida cambia cuando descubre que se va a convertir en abuelo. También está Angela, de 49, que tiene una aventura con un veinteañero que resulta ser el hijo de su amiga Sonia, una divorciada que resulta una "cougar", recurrente a los "toy-boys" (permítanse los anglicismos, suenan más amables). Giorgio, cincuentón, y al frente de una radio, tiene una novia que podría se su hija y con la que casi no hay diálogo, y a la que le es infiel con una mujer de su misma edad y devota de los vinilos. Finalmente está Diego, DJ de la radio -que maneja Giorgio-, quien deberá hacer frente a un fuerte rival en su trabajo: un youtuber con dos millones de seguidores.
A todos ellos los acorrala la edad, buscan detener la marcha del reloj y, lo peor: quieren engañarse. Como el mencionado Diego DJ (el ya visto Fabrizio Bentivoglio), que cada mañana se despierta con “We are young, we run free”, pero sufre de terribles dolores cervicales. Y no tiene vergüenza de calumniar de las maneras más irrisorias al joven lindo, exitoso y furor en las redes, que le está pisando los talones.
El caso más real es el de Angela (Sabrina Ferilli, conocida en "Entre nosotras"), quien mantiene un vínculo con un muchacho que la presenta a sus amigos. En la cena nadie habla ni se mira, todos están hipnotizados por sus pantallitas, excepto Sonia. "¿Qué te parecieron mis amigos?", pregunta con sinceridad el jovencito sin ningún registro.
Otra virtud de "Por siempre jóvenes" es que en ningún momento aparece el tema cirugía estética, ausente sin aviso en esta película costumbrista, que matiza con inteligencia el paso del tiempo y el descalabro que ello produce en el catálogo diario de las personas. Porque cambiar de década, en determinada época de la vida, significa el retiro laboral forzoso, la guadaña de la jubilación, la pérdida de las energías (en el campo deportivo y sexual), el sobrepeso y el ser reemplazado por otro... mucho más joven.