El proyecto de Superliga europea de fútbol puede haber durado apenas 48 horas, después de la retirada este martes por la noche de los seis clubes ingleses que formaban parte del núcleo fundador frente a la oposición del gobierno británico y de los aficionados.
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Los 12 pensaban convencer al mundo del fútbol proponiendo un torneo entre los más ricos, que les aseguraba también ingresos colosales con una participación asegurada en esta Superliga, prácticamente vetada al resto de equipos del continente.
Pero la unidad de los 12 disidentes, liderados por Real Madrid, Juventus y Liverpool, empezó a fracturarse de manera tan espectacular como fue el anuncio de la creación del torneo, en la madrugada del lunes.
El Manchester City se convirtió en el primero en bajarse del barco y después, a la vez, fueron Manchester United, Liverpool, Arsenal y Tottenham los que anunciaron a su vez su salida de manera conjunta y poco después lo hizo el último, el Chelsea.
“Después de haberos escuchado, así como a la gran familia del fútbol estos últimos días, nos retiramos de la Superliga. Sabemos que hemos cometido un error y pedimos disculpas por ello”, llegó a escribir el Arsenal en su comunicado.
Un giro de los acontecimientos que fue saludado por el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, que rápidamente dijo estar “contento” por la decisión del City en una declaración transmitida a la AFP.
Los promotores de la Superliga respondieron a la retirada de los clubes ingleses con un comunicado en el que explican que van a “reconsiderar las etapas más apropiadas para remodelar el proyecto” de competición privada que pretendía competir con la Liga de Campeones, liderado por el todopoderoso presidente del Real Madrid, Florentino Pérez y que parece tocado de muerte apenas 48 horas después de su nacimiento.
Este desenlace sería el fruto de la oposición casi unánime del mundo deportivo y político a un proyecto que solo parecía beneficiar a los más ricos.
El primer ministro británico, Boris Johnson, saludó la “correcta decisión” de los clubes ingleses, incluso antes de que fuese oficial.
Por la tarde, cientos de aficionados de diferentes clubes ingleses dejaron a un lado la rivalidad deportiva para mostrar conjuntamente su oposición a la Superliga, manifestándose en los alrededores de Stamford Bridge, donde tenía que jugar el Chelsea.
La UEFA, que defiende por su parte su propia reforma de la Liga de Campeones, la tradicional competición continental creada en 1955, había amenazado también el lunes con duras represalias contra las “serpientes” que guiadas por la “codicia” pretendían dinamitar el sistema actual, en propias palabras de Ceferin.
El abogado esloveno amenazó con excluir a los clubes disidentes y con dejar fuera de las competiciones internacionales, Eurocopa y Mundial a los futbolistas que participasen en el nuevo torneo.
Pero también había dejado abierta la puerta a una reconciliación, asegurando que los clubes rebeldes “aún tienen tiempo de cambiar de opinión” después de haber cometido un “enorme error”.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, también acudió a socorrer al fútbol europeo, reiterando este martes su oposición a un “club cerrado”. “O estás dentro o estás fuera”, lanzó por la mañana ante el congreso de la UEFA en Montreux (Suiza).
La Superliga parecía haber anticipado su escudo de defensa ante esta amenazas e incluso había ganado una primera batalla judicial al lograr que un tribunal de Madrid prohibiese este martes a UEFA y FIFA actuar contra los impulsores del nuevo proyecto.
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En la reunión prevista para el viernes del Comité Ejecutivo de la UEFA se puede plantear la exclusión de los clubes disidentes de la Liga de Campeones en curso, que son tres de los cuatro semifinalistas (Real Madrid, Chelsea y Manchester City), con la excepción del París SG.
En el bando de los opositores al proyecto, la respuesta se organizó a todos los niveles.
Palabras autorizadas
El martes por la noche, mientras crecían los rumores de una deserción, los jugadores del Liverpool publicaron en Twitter un comunicado conjunto que cerraron con el himno de Anfield, “You’ll Never Walk Alone” (“Nunca caminarás solo”): “A nosotros no nos gusta, no queremos que ocurra. Es nuestra postura colectiva. Nuestro compromiso por este club y sus seguidores es absoluto e incondicional”.
“El fútbol es de sus aficionados. Hoy más que nunca”, tuiteó Gerard Piqué, defensa del FC Barcelona.
Aunque una de las manifestaciones más virulentas había sido la de Pep Guardiola, entrenador del Manchester City: “No es deporte cuando no existe la relación entre esfuerzo y recompensa”.
“No es deporte si el éxito está garantizado o si perder no tiene ninguna importancia”, insistió el técnico español.
Las reacciones no llegaron solo desde Europa. La Conmebol, la confederación sudamericana, también se manifestó en contra.
“No me cabe la menor duda de que el proyecto de la Superliga de Europa, desde su concepción, es claramente excluyente y se aleja de lo deportivo, colaborativo y el modelo inclusivo que nuestras instituciones están impulsando actualmente”, señaló su presidente, Alejandro Domínguez, en una misiva a la que tuvo acceso la AFP.
Estas declaraciones resumen la fractura que había creado un proyecto que ya había nacido cojo al no contar con el apoyo de los clubes alemanes ni franceses.