Una de las sorpresas más inesperadas de Tokio 2020 sin dudas fue el desempeño del italiano Lamont Marcell Jacobs, que ganó la disciplina de atletismo más emblemática de los Juegos Olímpicos. Con un tiempo de 9.80, con el que marcó un nuevo récord europeo, fue el primero en los 100 metros y se llevó la medalla de oro para su país, que nunca se había subido al podio en esta prueba.
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Luego de superar al estadounidense Fred Kerley, que se llevó la plata con un tiempo de 9.84, y al canadiense Andre de Grasse, que consiguió el bronce con un resultado de 9.89, el italiano se convirtió en el primer atleta europeo en proclamarse campeón en la pista desde que lo hizo el británico Linford Christie en 1992, en los Juegos de Barcelona.
Tras haberse llevado los tres últimos títulos olímpicos, el jamaicano Usain Bolt consiguió un sucesor en su lugar como el más rápido del mundo. De madre italiana y padre estadounidense, Jacobs sorprendió a todos los seguidores y analistas de la prueba de velocidad, en unos Juegos que tuvieron varias sorpresas.
El primer giro inesperado de la disciplina fue la eliminación de Trayyon Bromell, el más rápido del año con una marca de 9.77, que se quedó afuera de la final por una milésima. Aventajado por el nigeriano Enoch Adegoke que lo superó en la serie que dominó el británico Zharnel Hughes (9.98), Bromell se despidió del podio con un resultado muy alejado de lo que había sido su récord.
Luego, en la final que arrancó con un calor húmedo intenso y una temperatura hostil de 36 grados, la primera gran sorpresa de la noche fue la descalificación del británico que había salido primero en la semifinal. Por una salida falsa, Hughes quedó fuera de la competencia y perdió su posibilidad de disputarse un lugar en el podio.
Finalmente, la victoria fue para Lamont Jacobs, en una noche llena de sorpresas. Sin embargo, ya había anticipado que iba a tener un excelente resultado cuando en la semifinal alcanzó una marca de 9.84, que batió por dos centésimas al récord europeo del portugués Francis Obikwelu (2004).
Con este triunfo histórico, el italiano se posicionó como el más rápido de Europa y le consiguió por primera vez a su país un lugar en el podio olímpico de la línea recta.