Un cartel escrito a mano ubica a los viajeros -quizás curiosos, tal vez perdidos- que llegan a Egaña, pueblo conocido por el famoso castillo San Francisco ubicado en la provincia de Buenos Aires.
Sólo 25 kilómetros separan a Egaña de la localidad bonaerense de Rauch, a unos 227 kilómetros de la Capital Federal adonde llegó Vía País como parte del proyecto Historias y Leyendas de pueblos de Argentina.
Veinticinco kilómetros de camino de tierra y restos de asfalto, donde la señal telefónica se pierde entre los campos sembrados de maíz y soja; las vacas, caballos, ovejas y algún que otro tero.
Egaña solía ser un pueblo conocido por su pequeña estación ferroviaria. Allí llegaban los pasajeros a bordo del tren que unía Las Flores con Tandil. Hoy en la estación, sólo hay dos bancos de plaza que aguardan la llegada del tren de carga dos veces por semana.
Según el área de Turismo de la Municipalidad de Rauch, 50 personas viven en el pueblo. Son vecinos. Todos se conocen tanto, que aquel vehículo que llegue al lugar despertará la curiosidad de los moradores.
Al pasar la bienvenida y la moderna capilla del pueblo, sobre una de las esquinas principales, se encuentra "El viejo almacén", un boliche cuya fecha de creación es poco precisa pero que los actuales propietarios, Fermín Barragán y Nadia Falabella, datan de 1884.
Mate de por medio, Fermín contará más tarde al equipo de Vía País, que tuvieron que hacer prácticamente todo el boliche de cero: cambiaron los caños de agua, los techos, pintaron y arreglaron todo como para dejar de ser un bar de copas y convertirse en un restaurante familiar y abastecer así tanto a los vecinos como a los turistas que llegan por el castillo San Francisco a comprar provisiones para seguir viaje.
Un par de casa de por medio al boliche está la escuela número 14, donde Mirta Ofelia Cora, auxiliar que trabaja hace más de 20 años en el lugar brinda un recorrido por el establecimiento al que asisten 12 chicos de diferentes edades que comparten el único salón de clases. No así los 11 niños que van al jardín, que llegan a la escuela caminando o en combi, "si el clima acompaña", aclara Mirta.
Sobre el asfalto, se asoma curiosa Nelly. Quería ver quiénes eran los que estaban haciendo ruido a la hora de la siesta, horario que todo el pueblo respeta menos ella porque prefiere disfrutar de las horas con sol que aún regala el verano.
Nelly nació en Tandil, pero es claramente la persona referente de Egaña. La que todos conocen, la que todos destacan sus ganas de charlar, la que entre todos cuidan.
Desde lo que solía ser la casa de sus padres, Nelly cuenta al equipo de Vía País que solía ir a los alrededores del castillo San Francisco y mirar a través de una reja los vestigios de lo que fue la frustrada cena de inauguración de la arquitectura de tres pisos.
Hoy a sus 84 años, desea volver a ver de pie a lo que solía ser un majestuoso lugar con 77 habitaciones, 14 baños y dos cocinas, que tantas historias encierra y que todos los lugareños conocen como castillo de Egaña.