Ángel Serrano Almodóvar es profesor de Química del nivel secundario y, desde hace ya 15 años, director del Centro de Formación Padre Piquer, ubicado en uno de los barrios más vulnerables de Madrid. En el último tiempo, la institución comenzó a llamar la atención por los buenos resultados en el aprendizaje de los chicos. Entrevistado por Clarín, el educador contó que se trata de un modelo pedagógico diferente e innovador, que se aleja del método tradicional, y que incluso es analizado por especialistas de todo el mundo.
"Piquer es un colegio que lleva 50 años trabajando en un barrio muy complicado de Madrid. Tiene 1.100 niños de 40 nacionalidades, con 8 religiones distintas. Con núcleos de alumnos que en España son los más conflictivos, como el sector gitano, o el de Marruecos. Hemos pasado de un 30 por ciento de alumnos que no querían venir al colegio hace 20 años, a un 0,7 por ciento, ahora", explica Serrano, consultado por el periodista Ricardo Braginski.
Según cuenta el educador, la clave para lograrlo fue trabajar con los profesores, tanto en el aula como entre ellos, en equipo. "Cuando teníamos muy alta tasa de deserción nos dimos cuenta que un solo profesor no podía seguir la trayectoria escolar de un alumno que venía un día faltaba tres y volvía más adelante. Un solo profesor no es suficiente. Tenemos que ir a un modelo educativo en el que haya varios profesores en el aula, que se produzca la co-docencia, para poder atender la heterogeneidad de ese aula. Y tenemos que formar a todos los profesores para que sean capaces de trabajar juntos", dice Serrano.
El camino fue largo y lento: al comienzo, fueron sólo seis profesores -de los 120 con los que cuenta la institución-, los que se interesaron y comenzaron a trabajar en el proyecto. "Empezamos en 2003 y ahora el 65 por ciento de los docentes del colegio ya trabajan así. Me falta el 35 por ciento", cuenta el especialista a ese mismo medio. Y detalla: "Lo primero que hicimos fue juntar varias aulas. Entonces empezamos a tener aulas que, en vez de 30 alumnos, tenían 60. Pero con dos profesores dentro".
Además, Serrano explica que los cambios no sólo se vieron en la dinámica de la clase, sino también en el método de evaluación, que antiguamente estaba centrado en el valor numérico del examen tradicional. "Introdujimos las rúbricas, los trabajos por equipo. Los chicos al cabo de una evaluación pueden tener entre 17 y 25 notas diferentes, al final reciben una nota en escala de 1 a 10", cuenta a Clarín.
Por último, el especialista asegura, que este método no es exclusivo para la situación específica que atraviesa esa escuela en Madrid. "La fuerza del modelo es precisamente que funciona en los contextos más desesperados. Y si el contexto va mejorando, el modelo funciona todavía mucho más rápidamente", reflexiona.