La historia de Katie Stubblefield, la receptora de trasplante de cara más joven en la historia de Estados Unidos, fue revelada este martes en una publicación de National Geographic.
La joven había perdido gran parte de su rostro al cometer un intento de suicido cuando tenía 18 años. Tres años después, Cleveland Clinic realizó el trasplante total de cara cuyo procedimiento duró más de 31 horas.
La escritora Joanna Connors, junto a los fotógrafos Maggie Steber y Lynn Johnson, trabajaron cientos de horas con Katie, sus padres y sus médicos durante más de dos años, documentando la historia de Katie en la Cleveland Clinic, a lo largo de las numerosas cirugías realizadas y de las que se siguen realizando a medida que continúa su recuperación.
La cirugía de trasplante de cara de Katie fue financiada por el Departamento de Defensa de los EE. UU. a través del Instituto de Medicina Regenerativa de las Fuerzas Armadas, en un esfuerzo por mejorar el tratamiento para los miembros de las fuerzas heridos en batalla que regresan con lesiones similares.
Como tal, la cirugía de trasplante de cara de Katie la ha convertido en un experimento de por vida para el tratamiento de traumatismos faciales por bala.
El traumatismo de cara de Katie ocurrió el 25 de marzo de 2014, cuando Katie tenía 18 años, por un disparo de bala autoinfligido. Katie recibió un trasplante total de cara que comenzó el 4 de mayo de 2017. Katie tenía 21 años en ese momento, convirtiéndose en la receptora de trasplante total de cara más joven de Estados Unidos.
Katie estuvo en lista de espera para trasplante más de un año antes de que se encontrara un donante. Adrea Schneider, una mujer de 31 años que había fallecido recientemente, era compatible. Su abuela, Sandra Bennington, tomó la decisión de donar la cara de Adrea a Katie.
Adrea estaba registrada como donante de órganos y su corazón, pulmones e hígado también fueron donados y salvaron vidas a lo largo de Estados Unidos.