Inés Estévez reveló que abortó dos veces

La actriz interrumpió dos embarazos de manera clandestina y contó detalles íntimos.

Inés Estévez
Inés Estévez

Tras el rechazo del Senado al proyecto de legalización del aborto, Inés Estévez abrió su costado más íntimo, contó que abortó dos veces de manera clandestina en su cuenta de Twitter y mencionó a la vicepresidenta Gabriela Michetti.

"La primera vez tenía 19 años. Había tenido que vivir en la calle unos meses. Me puse de novia con un chico y terminé conviviendo esporádicamente con él para tener un techo. Fui al médico. Apendicitis, dijeron. Y me operaron. Los dolores en la ingle derecha continuaron y entonces fui sin decirle a nadie a un ginecólogo que me confirmó lo que sospechaba", reveló la actriz.

Y continuó: "Le dije que no podía llevar adelante ese embarazo y me dio el dato de una partera. El lugar era una casucha en las afueras de mi pueblo, calle de tierra. Me dijo que me desvistiera y abriera las piernas. Obedecí tragando lágrimas y temblando de terror, me metió algo frío en la vagina, se sentía cómo escarbaba. Sentía que de un golpe la sangre de la parte inferior se me iba del cuerpo junto al tirón. Creí que me estaba muriendo porque el mareo me dejó viendo negro".

"No hablé en todo el procedimiento. No dije nada. No me quejé. No gemí. Cuando pude moverme me mandó al baño y vi en un balde un coágulo sanguinoliento de dos centímetros. Lloré. Lo lloré. Me lloré. Lloré mi desamparo y ese destino. Me sentí la persona más sola de la tierra. Sangré 15 días copiosamente durante los cuales volví a trabajar en silencio y un estado de fragilidad general apabullante, había adelgazado y no tenía recursos para alimentarme bien", agregó Estévez quien adoptó dos nenas -Cielo y Vida-  en 2011 con su exmarido Fabián Vena.

Además, dio detalles de la segunda vez en la que abortó: "Tenía 22 años, había logrado alquilar y convivía con otro novio, quien pasado el año manifestó violencia física. Usaba diafragma y profilácticos. La relación en la quedé embarazada no fue consentida. Era difícil negársele a un hombre violento. Eso me decidió a huir. Fui a una casa horrenda en el conurbano. Me pidieron el dinero ni bien entré. Estaba sucio y oscuro, había una chica esperando sola y otra saliendo, también sola, con el semblante de color gris y algo vacilante. Sentí lo mismo".

"Si esta triste práctica hubiese sido legal, el tema no habría sido tabú, podría haber tenido adultos responsables con los cuales hablar, habría recibido contención e información, no habría estado sola, y quizás, solo quizás, la historia podría haber sido otra”, concluyó.