Panorama político nacional: La economía y la Santísima Trinidad

Por Horacio Serafini

Panorama político nacional: La economía y la Santísima Trinidad
Melconian deju00f3 el cargo entre lu00e1grimas. (DyN)

Una vez más, la economía. Se trató del segundo cambio de relevancia en ese área en poco más de una quincena. La salida de Carlos Melconian de la presidencia del Banco Nación y su reemplazo por Javier González Fraga sucedió a la que sobre finales de diciembre desplazó a Alfonso Prat Gay de Hacienda y Finanza, ministerio finalmente desdoblado con Nicolás Dujovne al frente del primero y el ascenso al segundo de Luis Caputo.

Precisamente con ambos afuera, en una señal clara de la menguada autoridad que tienen los dos ministros respecto del manejo de la política económica, el presidente Mauricio Macri echó a Melconian. Las razones del despido son varias y de distinta índole. Melconian había aceptado ese cargo como escala transitoria hacia lo que él entendía debía ser su "destino natural" (el Palacio de Hacienda) en tanto economista de confianza de Macri y adalid de la prédica de una política liberal ultraortodoxa. Por eso, acaso, se sentía con autoridad para más de una vez criticar a Prat Gay por su "gradualismo", como también para hacer una defensa abierta de sus depósitos bancarios en el exterior sin más argumento que el de proteger los ahorros para sus hijos.

Tampoco su gestión al frente del mayor banco estatal del país fue, por otra parte, de las más eficientes. Desde el Gobierno se le atribuyen moras en el financiamiento de las actividades del sector agropecuario, pero también un comportamiento que habría sido el que colmó el vaso de Macri: haber acordado, en su condición de titular de los bancos públicos y privados argentinos (Abappra), el importante bono de fin de año y el anticipo para las paritarias 2017 con el sindicato de bancarios que encabeza Sergio Palazzo. El acuerdo se daba de bruces con la orden de negociar paritarias a la baja respecto de la inflación prevista y que Trabajo no llegó a convalidar en una movida en conjunto con los bancos extranjeros que no accedieron a firmar. "El Presidente se lo facturó", dijo a este diario un encumbrado dirigente radical.

Una consideración al margen merece la foto del acto de despedida de Melconian. Al grito de "Melco no se va", los bancarios, entre ellos Palazzo, el radical líder del sector sindical más combativo dentro de la CGT, enrolado en el kirchnerismo, despidieron al seguramente mayor economista liberal dentro del Gobierno. ¿Surrealismo político o "real politik"?

Sin embargo, la causa última de la salida de Melconian es la necesidad de la Casa Rosada de "homogeneizar" la maquinaria gubernamental para transitar sin desajustes el camino hasta las elecciones de octubre. Por el lado estrictamente político, la decisión ya está tomada: serán Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal, la dirigente mejor ponderada en el país, los que se pondrán la campaña al hombro. Sobre todo en la estratégica provincia de Buenos Aires, donde las encuestas ubican tercero en las preferencias a la coalición Cambiemos.

La salida del histórico PRO Daniel Chaín como secretario de Obras Públicas, pero sobre todo la decisión de no reemplazarlo, también apunta en el mismo sentido. Se trata de concentrar la gestión en aquellas áreas claves en función electoral, como lo serán las obras públicas para intentar reactivar la economía. Una concentración parangonable con la doctrina de la Santísima Trinidad: "tres personas distintas y un solo Dios verdadero". El jefe de Gabinete, Marcos Peña, más sus vice, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, con Macri sobre la cúspide del triángulo.

La UCR, en tanto integrante de Cambiemos, agradecida. No fue consultada para los cambios, pero siente que fueron un reconocimiento de Macri con los nombramientos de Dujovne y ahora de González Fraga, un economista de declarada filiación radical y con tinte productivista, que desde el Nación podría equilibrar el ajuste que vendrá desde Hacienda. Aunque los radicales entienden que merecen más por lo hecho en el primer año ("garantizamos la gobernabilidad", dijo estos días el jefe del interbloque Cambiemos en Diputados, Mario Negri), por lo que irán en esa busca en las listas de Cambiemos para las legislativas, con Prat Gay y Martín Lousteau como puntas de lanza.

Hay otra trinidad que, con el correr de los días macristas, aparece menos homogénea. Es la que conduce la CGT. Después del acuerdo por Vaca Muerta (su contenido aún se desconoce porque no fue homologado por Trabajo), el Gobierno avanzó la semana pasada con sus planes para abaratar el "costo laboral". Buscará que esa batería de reformas sean por decreto o reglamentaciones, de modo de evitar la segura dilación (sucedió el año pasado con la ley de empleo joven en la comisión de Diputados), cuando no el seguro rechazo en la Cámara baja en un año electoral. Para eso empezó el jueves a procurarse el consenso de la conducción cegetista, que tendrá su continuación con otra reunión, el jueves que viene.

Pero la grieta ya empezó a sentirse. Los triunviros massistas Héctor Daer y Carlos Acuña encabezan un grupo de sindicalistas dispuestos a avalar esos cambios, en tanto que el tercero, Juan Schmid, por cercanía política con el papa Francisco y el camionero Hugo Moyano, rechaza las reformas. Sobre todo después del incumplimiento empresarial del compromiso firmado con la CGT y el Gobierno de frenar los despidos y la suspensiones hasta después del primer trimestre.

Han sido esos despidos y suspensiones, sobre todo en los gremios industriales, afectados por la apertura total o parcial de importaciones, más el encogimiento del mercado interno, los que han generado el malestar interno en la CGT. El jefe metalúrgico, Antonio Caló, pasó de la sonrisa junto a Macri en Olivos en la foto de fin de año a reclamar en la calle un "plan de lucha ya", después de calcular en 10 mil los despidos y 2 mil las suspensiones en su gremio.

El próximo escenario de ese creciente enfrentamiento interno será la reunión del consejo directivo de la CGT del 2 de febrero, pero sobre todo el confederal que se hará en la primera quincena de febrero, anticipó a este diario una fuente sindical. Allí se decidirá si la "trinidad cegetista" ejecuta o no el mandato que tiene desde hace meses para convocar a la que sería la primera huelga en el gobierno de Macri.