Los 12 niños milagrosamente rescatados este martes de una cueva ubicada al norte de Tailandia ahora deben reponerse física y mentalmente en un difícil periodo de recuperación.
Estuvieron separados de sus familias durante dos semanas, privados de luz y de comida -rodeados por agua turbia que los persiguió en los túneles hasta dejarlos en un estrecho refugio- sin saber durante nueve largos días si serían alguna vez hallados, hasta que fueron milagrosamente descubiertos por buzos británicos.
Pese a todo, los niños están en buen estado físico y mental, según indicaron las autoridades basándose en los informes del hospital Chiang Rai, donde se encuentran en cuarentena.
Pero acecharán en los próximos meses las pesadillas, la claustrofobia, la tristeza o los ataques de pánico tras una experiencia tan traumática, según coinciden los expertos.
"Después de semejante trance, el traumatismo puede emerger cuando se está en la oscuridad, en una habitación cerrada, cuando se debe pasar un escáner o incluso cuando se nada", explicó Jennifer Wild, del Centro de estudios sobre la ansiedad y los traumatismos de Oxford, interrogada sobre el drama vivido por los niños tailandeses.
"Es importante que los niños se concentren en el hecho de que fueron salvados en lugar de imaginar lo que podría haberles pasado", agregó Wild.
Según destacaron las autoridades locales, la presencia de su joven entrenador del 25 años, quien utilizó la meditación budista que aprendió en sus años de monje, fue un factor tranquilizante para los menores.
"Estaban todos juntos, como un equipo, ayudándose. Su entrenador ayudó mucho a hacer frente a la situación", destacó este miércoles Thongchai Lertwilairatanapong, del ministerio de Salud en rueda de prensa en el hospital de Chiang Rai, donde están internados.
Además, y según revelaron los pequeños, su director técnico les enseñó cómo beber el agua que se filtraba desde las estalactitas, y no la sucia de la corriente, racionó los pocos víveres que llevaban, y les ordenó dormir y descansar todo lo que pudieran para ahorrar energía.
Al permanecer en cuarentena, el primer contacto que los 12 nenes y su profesor tuvieron con sus familias fue mediante un saludo a través de un vidrio. Sin embargo, las autoridades informaron que algunos podrán reunirse con sus seres queridos.
A una distancia de dos metros, con guantes y ropa especial, los papás y mamás de ocho de los 13 liberados podrán acceder a la sala donde permanecen bajo cuidados intensivos.
Para evitar el contagio de posibles enfermedades los cinco restantes, cuatro niños y el adulto, continuarán al menos un día más en cuarentena porque fueron los últimos en salir de las profundidades de la caverna.
"Hay que mantener un protocolo de seguridad debido al débil sistema inmunológico de los menores que estuvieron atrapados durante dos semanas en el interior de la montaña", indicó en rueda de prensa uno de los médicos que evalúa al grupo.
A pesar de que perdieron en promedio unos dos kilos de peso cada uno durante los días que permanecieron en la gruta, todos se recuperan con normalidad y su vida no corre peligro.
Alejados de la prensa
Por otra parte, los socorristas criticaron a la prensa y la policía anunció el martes la apertura de una investigación después de que dos drones utilizados por medios de comunicación para obtener imágenes de los niños este lunes entorpecieran la labor de los helicópteros que evacuaron a los chicos.
Así, los expertos advierten contra los riesgos de una excesiva exposición mediática, y recomiendan evitar cualquier sesión de fotos o de entrevista de los niños, que deben ser protegidos de la prensa.
"Los niños no deberían dar entrevistas o que se les haga fotos, durante un buen período de tiempo", recomendó Andrea Danese, psiquiatra e investigador especializado en el estrés del King's College de Londres.