Panorama político nacional: ¿Regresará Macri a su proyecto original?

Por Edgardo Moreno.

Panorama político nacional: ¿Regresará Macri a su proyecto original?
Mauricio Macri, ante el interrogante de volver a su proyecto original, (EFE/David Fernández/ARCHIVO)\n\n\n\n\n\n\n ciudad de buenos aires Mauricio Macri presidente de la nacion en el 68 Congreso Ordinario de la Confederacion Sudamericana de Futbol

Las dos noticias más recientes que la economía argentina recibió del mundo revalidaron que el país se encuentra ante una oportunidad. Algo inusual en un escenario internacional donde predominan señales de un tiempo hostil y adverso.

El Fondo Monetario Internacional selló la aprobación de un programa de asistencia financiera sin precedentes cuyo destino será Argentina. Y desembolsó el primer tramo de ese crédito.

El horizonte de una crisis de reservas -que en Argentina siempre desembocó en una crisis de gobernabilidad- ha sido despejado. Pero con condiciones severas, que el país de todos modos debía asumir antes del acuerdo.

El destino inmediato del sector público nacional ya tiene algunas de las certidumbres que demandaba. La asistencia del FMI fue asignada al país para que la administre el gobierno de Mauricio Macri. Las condiciones restrictivas para el gasto involucran al Estado nacional, las provincias y los municipios. Es el nuevo esquema de gobernabilidad.

En simultáneo con el anuncio del FMI, el sector privado nacional obtuvo también un pasaporte módico a la certidumbre. MSCI, un proveedor líder de estimaciones de riesgo para inversiones en el mercado global, mejoró la calificación de Argentina. Al incluirla en el listado de mercados emergentes, subió a las empresas argentinas a un algoritmo de oportunidades en el que estaban ausentes.

Es sólo una estrella Michelin. Pero ahora hay activos privados argentinos que aparecen en el radar para inversores globales y les facilita el acceso a financiamiento. A su modo, inaugura una nueva gobernabilidad corporativa. Más cercana al desafío de la competitividad. Más lejos de la inveterada demanda al Estado para la licuación de pasivos.

Los anuncios combinados del Fondo Monetario y MSCI, le han abierto al presidente Mauricio Macri y su equipo una ventana de oportunidad. Lagarde despejó el fantasma de un nuevo festival de Rodríguez Saá. MSCI alejó un poco para las empresas el temor a otra emergencia como en los tiempos de Duhalde.

Tras el duro impacto de la devaluación del primer semestre -y sobre todo a un año de distancia de las primarias para la renovación presidencial-, Macri puede retomar el eje de su agenda estratégica: volver a poner al país en el camino de la normalidad.

Ese aspiracional era la viga central en el proyecto de Macri cuando accedió a la Presidencia. En cierto sentido funcionaba como la recuperación -desde un sentido común de origen similar- de una promesa inicial de Néstor Kirchner. Un compromiso que luego Kirchner abandonó ante el desafío impronunciable de los proyectos populistas: la estrategia de sucesión y salida. Cristina fue la deriva.

Con el envión obtenido en las elecciones de octubre pasado, un sector del oficialismo se entretuvo pergeñando ingenierías de reelección. Acaso con la intención genuina de establecer expectativas de largo aliento que abastecieran de oxígeno político al corto plazo. El resultado no fue el esperado.

La necesidad de reparar la normalidad del país, es aquí y es ahora. El oficialismo supo enfatizarlo en sus discursos como una oportunidad. Ahora opera como única opción.

No sólo algunos políticos del oficialismo se confundieron después de octubre.

¿Acaso el equipo económico no se tentó con la ilusión de que el financiamiento en dólares constituía un depósito de reservas genuinas? ¿No construyó al mismo tiempo una madeja de letras y bonos para aspirar pesos del mercado? ¿Y no fue ese el camino prioritario que eligió para atenuar la inflación, por no abordar un ataque más decidido al déficit fiscal?

¿En qué punto de equilibrio se confundió el Gobierno, que al final del día las reducciones de subsidios gestionadas por Aranguren fueron neutralizadas por los intereses de la deuda?

Macri acaba de recibir dos señales contundentes de factores decisivos del poder global. Confían en que su administración afrontará esa tarea. Será clave la actitud del ingeniero que en el cálculo de estructura percibe la importancia de su viga central.

Sus seguidores podrán dotar a esa opción de los ribetes épicos que ornan a los estadistas. Para Macri -en cambio- esa opción es un artículo de primera necesidad.

Si Argentina vuelve al camino de la normalidad, puede tener incluso la posibilidad de pensar el año entrante en algún proyecto de reelección. Si no lo consigue, la gobernabilidad de los cuatro años volverá a ser la agenda de emergencia.

En la principal oposición, la crisis de la devaluación reciente también movió el escenario.

Octubre fue leído como una señal de que la única opción realista era apostar en 2019 a la fragmentación del calendario electoral, la bifurcación de opciones en la primera vuelta y la reunificación en el balotaje.

Mayo cambió el mapa. El peronismo volvió a pensarse como una unidad. La apuesta a voltear el acuerdo con el FMI tenía dos beneficiarios: el sector más confrontativo, liderado por el kirchnerismo, con su estrategia de corrosión para que Macri no llegue a los cuatro años; y el sector más consensual que comenzó a imaginar unas primarias amplias -con todo adentro- para disputar la presidencia en la primera mano.

Pero es probable que en las horas de angustia en las que el Gobierno esperaba la firma de Christine Lagarde, el clima de opinión pública haya virado otra vez. Buena parte del electorado todavía recuerda la traición del peronismo a la promesa del país normal.

Los gobernadores peronistas están en esa encrucijada. Obligados a acompañar en el ajuste, podrían adoptar la posición de los opositores irreductibles. Mas incluso en el ajuste, el proyecto del país normal puede ser el año entrante una ventaja de Macri que deberían considerar dos veces antes de abandonar como bandera.