La corona debe esperar. Argentina-Alemania protagonizaron por tercera vez una final, después de 1986 y 1990 (lo que más se enfrentaron en esta instancia).
Iba a ser la consagración de Lionel Messi, pero ganaron los germanos. Leo se llevó el Balón de Oro y el fotógrafo chino Bao Tailiang el premio a la mejor foto del año: el astro mirando la Copa sin poder tocarla.
Tan cerca, tan lejos. En el primero y en el hasta ahora último de los Mundiales, Argentina fue subcampeón. Las dos veces en Sudamerica y como en casa, porque en 1930 más de 30 mil argentinos cruzaron a Montevideo, para copar el Centenario.
Y en 2014 unos 50 mil hinchas Albicelestes llegaron a Rio de Janeiro, inundando el Maracaná y alrededores.
Bestia negra. Sólo una vez Argentina pudo en Mundiales con Alemania: en la final de 1986.
Empató en 1966 (0-0) y perdió en 1958 (3-1), 1990 (1-0, la final), 2006 (por penales) y 2010 (4-0, en cuatos). En todo el Mundial 2014, Argentina estuvo sólo ocho minutos abajo en el marcador, cuando Mario Gotze convirtió el gol para Alemania a los 112 minutos, en la prórroga.
Lineker tiene razón. "Juegan 11 contra 11 y al final siempre gana Alemania", sentenció el goleador inglés: la Mannschaft, única selección europea campeona en América. La de la mayor goleada, 7-1, a un anfitrión. Y a Brasil, en todo su historial.
Jugó ocho finales (ganó cuatro), más que nadie. Es la que más partidos diputó, 106, y la que más anotó: 224 goles.
Decime qué se siente. Brasil quería revancha del Maracanazo. Y le fue peor. Alemania lo humilló con un 7-1 inolvidable. El Scratch sufrió cinco goles en 29 minutos, la mayor secuencia en el historial de la Copa.
Y Toni Kross le convirtió el doblete más rápido con dos goles en 69 segundos, entre los minutos 24 y 26.
Debut. La Selección de Bosnia Herzegovina jugó su primer Mundial. Y arrancó con derrota ante Argentina, 2-1.
El segundo gol, de Messi, quien rompió una racha de siete partidos sin anotar en Copas del Mundo.
Su primer tanto había sido contra Serbia y Montenegro (otro desprendimiento de Yugoslavia), cuando entraba como suplente y con el número 19.
Arco de triunfo. La Selección alemana, que embolsó 35 millones de dólares por ser campeona, donó 10 mil euros a la comunidad indígena Pataxó, para que compren un vehículo sanitario.
En agradecimiento, los aborígenes le regalaron al managger Oliver Bierhoff una placa recordatoria y un arco con flechas.
Botín de Oro. Miroslav Klose recuperó para Alemania el cetro que había cedido su compatriota Gerd Muller (14), a manos Ronaldo Nazario (15). Polaco de nacimiento, Klose convirtió cinco en 2002; cinco en 2006 (dos, el día de su cumpleños, ante Costa Rica), cuatro en 2010 y dos en 2014.
Superó el récord del brasileño, justo en la goleada sobre Brasil. Implacable.
Sampaoli, para el fútbol cinco. Jorge Sampaoli dirigió Chile, y fue uno de los cinco entrenadores de esa copa que nunca jugaron profesionalmente: Carlos Queiroz (Irán), Reinaldo Rueda (Ecuador), Alberto Zaccheroni (Japón) y Jorge Pinto (Costa Rica).
Los técnicos alemanes fueron mayoría en el torneo: cuatro.
Buffón es cosa seria. El legendario arquero italiano alcanzó el récord de decir presente en cinco mundiales, al igual que su colega mexicano Antonio Carbajal (de 1950 al '66) y que el alemán Lottar Matthaus (del '82 al '98).
Desde 1998 (no fue titular) hasta 2014, actuó en 14 partidos y fue campeón en 2006. Al quedar eliminado para 2016, se pierde haber logrado la plus marca.
Divo total. Cristiano Ronaldo concurrió a la Copa con cuatro guardaespaldas, cuando todo la delegación de Portugal contaba apenas con dos.
Consideraba a Brasil demasiado peligrosa y pidió a su familia y a su novia que no viajaran para acompañarlo.
En la cancha lo "cuidaron" mejor y sólo pudo anotar un gol. Contra Ghana, en la eliminación portuguesa.
Costa millonaria. Costa Rica era la Cenicienta. En su grupo competía con tres campeones: venció a Uruguay e Italia, y empató con Inglaterra.
Recién perdió en cuartos, con Holanda y por penales (la serie en la que los holandeses cambiar de arquero y pusieron a Tim Krul, el especialista).
Su plantel era el de menor valor en la Copa, con apenas 20.8 millones de euros contra los 508.7 de Brasil.
Lo cotizó Keylor Navas, con la valla menos vencida (dos goles).
Clásico por la camiseta. Por primera vez en los Mundiales, Nike le ganó a Adidas en cantidad de Selecciones a las que vestía: 10 contra ocho.
Pero las Tres Tiras eran la marca de la pelota oficial (llamada Brazuca), y de los árbitros. En auspiciante se impuso Costa Rica con 28 patrocinadores. El contrapunto fue Nigeria, con apenas uno.
Deja vu. España y Chile se midieron en el Maracaná en fase de grupos, como ocurrió en 1950, en el mismo estadio.
Y con sendos triunfos españoles: 2-0 y 1-0. Una repetición así es única en los Mundiales. Los alemanes, a su vez, accedieron por cuarta vez consecutiva a semifinales. Una máquina.
Matusalen. Con 43 años y tres días, el arquero Farid Mondragón entró a los 84 minutos del encuentro que Colombia le ganaba a Japón 3-1, y se convirtió en el más veterano en jugar en un Mundial.
Fue convocado por primera vez en EE.UU 1994, la Copa en la que se retiraba el hasta allí más longevo: el camerunés Roger Milla, con 42 años.
The killer. Un asesino serial del áera como Luis Suárez no pudo frenar su instinto de cazador y mordió al italiano Giorgio Chiellini en el triunfo de Uruguay sobre Italia.
El notable goleador uruguayo ya lo había hecho antes, clavando el diente jugando para el Ajax y para el Liverpool. Cuatro meses de sanción. Una casa de apuestas anticipó que lo haría de nuevo.
Sacudió las redes. Fuleco, la mascota oficial. Un armadillo que representaba el agua y el aire de Brasil con mensaje ecologista.
Su nombre fue elegido, por primera vez, en votación pública y participaron 1,7 millones de fanáticos. Tenía perfil en Facebook y cuenta en Twitter. En cambio, a los jugadores italianos les prohibieron usar sus redes durante el torneo.
Darle pelota a la tecnología. En Francia 3–Honduras 0, el segundo gol en la cuenta de Karim Benzema fue validado por la tecnología.
Un chip en el balón enviaba la señal a cámaras en el sistema Goal technology line y el árbitro brasileño Sandro Ricci, quien dudaba si la pelota había entrado, lo cobró. Primera y hasta aquí, única vez. En Rusia, habrá VAR.
Elefantes blancos. El Gobierno brasileño gastó cifras siderales para construir 12 estadios.
El Mané Garrincha (550 millones de dólares), en 2015 comenzó a funcionar como estacionamiento para 400 ómnibus del servicio urbano.
Y al de Manaos (280 millones), la Justicia quería convertirlo en una cárcel porque el presidio local estaba desbordado.
Tomate algo. La Fifa autorizó la pausa para hidratación en los partidos. El primero en el que se implementó, Portugal-Estados Unidos en Manaos.
Y también se permitió el consumo de bebidas alchólicas, sobre todo cerveza, en los estadios. La llamada Ley de la Copa, guardaba relación directa con el contrato de sponsoreo de Budweiser con la Fifa.