Ni la decisión del presidente de Brasil, Michel Temer, de convocar al Ejército, ni el llamado de uno de los principales sindicatos a desbloquear la ruta logran que se levante el paro de Camioneros que pone en jaque a todo un país por sexto día consecutivo.
Los efectos de la protesta por el aumento del combustible ya se siente en la población. Prácticamente todas las estaciones de servicio del país están desabastecidas y los productos frescos son cada vez más escasos en los comercios.
En San Pablo, el 99% de las estaciones de servicio ya no tienen carburante y, según el sindicato de distribuidores de combustibles de esa ciudad (Sindipetro) se tardará entre cinco y siete días volver a la normalidad una ve que finalice el conflicto.
En Río de Janeiro, uno de los principales servicios afectados es el BRT, buses articulados que transitan por carriles exclusivos que conectan a varios barrios populares. A partir de este sábado, el servicio "estará interrumpido por tiempo indeterminado" por falta de combustible, según se difundió por Twitter.
El bloqueo también obligó a cancelar vuelos en el aeropuerto de Brasilia, paralizó la totalidad de las cadenas de montaje de automóviles, redujo la actividad de grandes frigoríficos y provocó una disparada de precios de los carburantes y los alimentos.