Baruch Pozniansky murió muy joven, a sus 23 años, de un cáncer en su boca. Antes de morir, les escargó a sus padres un último deseo: que encontraran a la mujer ideal para engendrar a su hijo.
El joven había dejado semen congelado, y un testamento en el que expresaba su deseo de que el esperma conservado se usara para concebir, aún después de su fallecimiento.
Paralelamente, y sin saber nada de esto, una mujer llamada Lait Malka, de 35 años, tenía muchas ganas de ser madre y sabía que el tiempo ideal para hacerlo se acabaría pronto. Pero no había encontrado a la persona ideal.
Un día, en su casa, comenzó a buscar opciones por internet. "Quería que mi hijo conociera a su padre, y eso no era posible con un donante de esperma y tener a alguien con quien tener un hijo es también muy complicado", contó Lait.
Navegando en la web se encontró con una entrevista de 2009 en la que los padres de Baruch Pozniansky narraban la historia del deseo de su hijo. Entonces la mujer concertó una cita con ellos. Cuando se reunieron, le mostraron fotos de Baruch.
Llegaron a un acuerdo y finalmente Lait se embarazó con el esperma de Baruch y, en diciembre de 2015, dio a luz a Shira. Con la llegada de su nieta, los padres de Baruch aseguraron que sintieron que su corazón volvió a latir por primera vez después de la muerte de su hijo. Mientras, su madre confesó: "Es exactamente como la había soñado".