Un artículo publicado en la prestigiosa Revista Nature, sostiene que prohibir la pesca en las cálidas aguas costeras, limitar el turismo y la construcción en continente blanco ayudará a proteger a los mamíferos marinos y aves marinas.
Un grupo de nueve científicas expertas en el ecosistema antártico advirtieron en la publicación sobre la "urgente necesidad de proteger la Península Antártica antes de que sea demasiado tarde".
Entre las autoras se encuentra la científica argentina y doctora en Ciencias Naturales María Mercedes Santos, investigadora del Departamento de Biología de Predadores Tope de la Coordinación de Ciencias de la Vida del Instituto Antártico Argentino, dependiente de Cancillería.
Las investigadoras alertan: "El delicado e icónico ecosistema de la Antártida está en peligro. La península antártica occidental es uno de los lugares de la tierra que se calienta más rápido. En febrero, las temperaturas alcanzaron un récord de 20,75 ° C, superior a la media de los 70 años anteriores. La mayoría de los glaciares de la región están retrocediendo. Y el hielo marino está disminuyendo. Si las emisiones de carbono siguen aumentando, dentro de 50 años, el área cubierta por hielo marino se habrá reducido a la mitad y el volumen de las plataformas de hielo se habrá reducido en un cuarto".
Además detallaron "entre los glaciares e icebergs azotados por el viento del oeste de la Península Antártica hay un oasis de vida, entre ballenas jorobadas y minke amenazadas patrullan las aguas; peces, calamares y focas nadan junto a ruidosas colonias de pingüinos adelia y papúa en la orilla. La Antártida es una compleja red de vida. Todas estas especies se alimentan de pequeños crustáceos parecidos a camarones llamados krill antártico. Y muchos son presa de focas leopardo, orcas y aves marinas depredadoras como skúas y petreles gigantes".
"La pesca intensa está agotando partes de la región de la principal fuente de alimento, el krill. Las aguas alrededor de la península albergan el 70% del krill antártico del mundo, cuyas larvas se refugian en el hielo marino. Su pérdida significa hambre para muchas especies. Incluso altera los sistemas biogeoquímicos del océano, incluido el ciclo del carbono. El krill se alimenta de fitoplancton, algas marinas microscópicas que extraen carbono de la atmósfera. El krill excreta gránulos que contienen carbono y otros nutrientes, incluidos fluoruro, calcio y fósforo, que son fuentes de energía para una miríada de microorganismos".
"Con el aumento de la actividad humana y la construcción, la preciosa biodiversidad de la región corre el riesgo de ser destruida. Deben tomarse medidas preventivas de inmediato, tanto en tierra como en mar", advirtieron las expertas.