En la madrugada del pasado sábado 29 de agosto se desató un incendio en el Desayunador de Villa Germinal, que está ubicado en la esquina de las calles Italia y Chaplin del barrio homónimo de Santa Rosa, que afectó la parte vieja de la construcción y la cocina.
Ese día el Desayunador justo cumplía 18 años, pero el desgraciado episodio ocurrido por una falla eléctrica produjo el siniestro que consumió el cielorraso, muebles, electrodomésticos y un montón de juguetes que iban a repartir entre los niños del barrio para festejar el mes de las infancias.
A dos semanas del incendio, Vía Santa Rosa recorrió el lugar y entrevistó a Miki Fiol, responsable del lugar y uno de los fundadores, quien recordó el comienzo de la iniciativa. "Arrancamos en el 2002 con una crisis económica impresionante. Muchos de nosotros estábamos en la facultad, yo estudiaba en Exactas y Naturales, teníamos un grupo que activábamos en contra de esa época que fue nefasta", rememoró.
"Formábamos parte de un taller de discusión donde se hablaba de la realidad política que estaba pasando en Argentina y la idea era empezar a hacer algo. Vinimos acá, a Germinal, era nada que ver a lo que es ahora. Conseguimos un salón prestado, empezamos a dar una taza de leche los sábados a la mañana, salimos a convocar chicos y chicas y al toque se llenó, 70 u 80 pibes", relató Fiol.
"La realidad era que había un piojo bárbaro, no había laburo. La idea era brindar una taza de leche, facturas, y después, de a poco, empezamos con clases de apoyo, talleres, huerta, salidas, ir a la plaza, teatro, murga, ir a Parque Luro. Siempre con un grupo de pibes que se fue quedando, que tuvo más pertenencia en esos años, y que a nosotros nos ayudó y nos dio fuerza para sostener el trabajo por el cariño que nos demostraron", detalló.
El lugar del Desayunador no fue siempre el mismo. Fiol explicó que pasaron primero por un salón alquilado que lograron mantener a través de proyectos de extensión universitaria o pidiendo donaciones, pero "después tuvimos que dejarlo porque el hombre se enojó con nosotros; nos mudamos enfrente donde teníamos nuestra huerta, hicimos nuestro salón y después también tuvimos que dejarlo", contó, hasta que se instalaron definitivamente en el lugar que ocupan actualmente, en un terreno municipal.
El responsable del lugar agregó que "le sumamos comedor, biblioteca, ropero, no solo es desayunador. Y a partir del año pasado surgió la idea de un bachillerato popular, la idea es un secundario para adultos que no terminaron, con orientaciones en agroecología, género, cooperativismo, atravesados por un montón de temáticas que están en boga ahora, pero que los gobiernos no las llevan a cabo; y nosotros, como organización comunitaria, queremos impulsar desde acá, desde el barrio, otras miradas", dijo.
Otro de los primeros integrantes, Oscar, que hace doce años que está en el Desayunador, contó que a los chicos del barrio, por medio de la huerta les enseñan e incentivan a cuidar la producción, "el viernes son huertas, a los pibes se les da una platita para incentivar, es una beca que les damos. Nosotros vendemos en el Parque Oliver la producción de la huerta, y con esa plata les damos la beca a los chicos. Ya hace cuatro años que venimos con esa modalidad. Después se hace murga y hay una cooperativa de mujeres", explicó.
Oscar recordó la fatídica madrugada de aquel sábado: "a mí me llama mi compañera Adriana diciéndome que había un rumor de incendio del desayunador, y me vine a las siete menos diez para acá... y ver todo el desastre. Me tuve que ir un rato a mi casa a tomar un poco de agua, un poco de aire, y me vine otra vez ya a ayudar, a limpiar, a reconstruir todo el lugar", manifestó con un nudo en la garganta.
Pero en pos de salir adelante, el desayunador ya comenzó con algunas actividades, según relató. "Los sábados se hace una minga para armar todo otra vez; los días de semana, si se puede venir a reconstruir, se viene. Ese día fue lamentable, hace doce años que estoy acá y ver todo destruido, ver todo devastado, me dio en el corazón" recordó Oscar con dolor.
Por último, destaca la unión del grupo: "como todos somos amigos, compañeros, no nos quedamos en esa y arrancamos otra vez con más fuerza, con donaciones que nos da la gente, gracias a Dios muchas personas nos dan un montón de cosas para construir otra vez. Nosotros no les pedimos nada a los políticos, lo hacemos a pulmón, cuando estaba todo en funcionamiento hacíamos todo a pulmón, prepizzas, bonos o peñas, para tener mercadería y cosas para los chicos", concluyó.
Miki, Oscar, y un puñado de amigos, que son un ejemplo a seguir y que con un esfuerzo solidario se enfocan en reconstruir el lugar para seguir ayudando a quienes mas lo necesitan, y a continuar sembrando entre los chicos la semilla de un futuro mejor.