El miércoles, tras nueve años de espera, la Cámara del Crimen de Concarán en San Luis, condenó a Juan José Murúa, el único sospechoso por el crimen, a 38 años de cárcel por el homicidio de Brenda Arias, quien tenía solo 19 años. El auditorio, lleno de familiares, amigos y activistas feministas, estalló en gritos tras oír el veredicto.
A Murúa le dieron 38 años de prisión por "Homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego", por unanimidad. Ya que unificaron a la causa el otro crimen que cometió en Córdoba.
El acusado, que no había querido declarar en el inicio del juicio, luego de dos audiencias, se sentó ante el tribunal para explicar "lo que hice esa noche. Dónde estuve y a qué hora fui a trabajar", publicó El Diario de la República.
Pero lo que dijo no fue muy distinto a la declaración que había dado ante la jueza de instrucción Patricia Besso cuando esta ordenó detenerlo.
Contó que la noche que Brenda desapareció, el sábado 11 de julio de 2009, él y su entonces pareja, Carolina Pereyra, habían quedado en juntarse a cenar con la víctima en el bar del "Coco" Torres, pero como el local estuvo cerrado la cita se canceló y ellos fueron a la casa de una pareja amiga.
Allí, Murúa y Eduardo Alberto Escudero acordaron ir a cazar animales al campo, pero ante la falta de un arma, el sospechoso se ofreció a ir a buscar su carabina a su casa, en el paraje de Boca del Río.
La versión del acusado siempre fue que, al llegar a la vivienda, halló todo revuelto porque parte de los animales que tenía se habían metido a la casa para romperle bolsas de maíz, y que demoró tanto en ordenar que al volver a lo de Escudero este ya no quiso salir de cacería. Por lo que él y Pereyra volvieron a Boca del Río y se acostaron a dormir.
Lo que causó cierto revuelo en la sala de audiencias fueron los comentarios posteriores de Murúa, que dijo haber visto, el día siguiente de la desaparición de la joven, a César Albelo, ex novio de Brenda y sospechoso inicial, en la zona en la que hallaron los restos calcinados de la joven, que habría muerto producto de un disparo.
Durante los años de investigación del caso la Policía descartó que Albelo haya estado involucrado, ya que probaron que no estuvo en Villa del Carmen al momento del hecho.
“Hola, chau y nada más”
Murúa aseguró esa mañana en la audiencia de que Brenda era amiga de su pareja, pero que a él sólo le decía "hola, chau y nada más", la hipótesis, de los investigadores, de Besso y del fiscal de instrucción Carlos Leloutre, es que la víctima y el acusado eran más que amigos. O que eso pretendía él.
Durante la segunda audiencia del juicio, la semana pasada, Mabel Bonada, sobrina de Murúa, les aseguró a los jueces que su tío le confesó haber matado a una chica en San Luis y luego quemado su cuerpo porque la chica, con quien tenía una relación, lo amenazó con contarle a su mujer (en ese entonces Pereyra) que él tenía una relación con ella.
Al momento de acusarlo, Leloutre infirió que la noche del crimen, Brenda, quizás se negó a tener relaciones con Murúa y este, que tiene antecedentes de ser una persona violenta y de poco control de sus impulsos, le disparó y quemó sus restos para borrar huellas.