Ramona Mercado es la protagonista de una linda historia que tiene como escenario el pueblo de Usno, en Valle Fértil. A 15 kilómetros está el puesto Las Tunas, donde ella nació el 6 de mayo de 1926. El último domingo, Diario Huarpe publicó una nota contando la vida de esta mujer de 94 años.
Ramona vivió entre las agrestes sierras de Valle Fértil, donde aprendió a cultivar la tierra, a criar animales, y, sobre todas las cosas, aprender a vivir la vida con la simpleza que a muchos les cuesta. “Si volviera a nacer y me dan la oportunidad de elegir una vida, no la dudaría: volvería a elegir la que tuve y tengo, porque siempre fui y soy feliz”, contó.
Hoy vive en una casa rural que está ubicada en la falda de una de las sierras de Usno, a casi 200 metros de la Ruta 510 que es la que lleva a Ischigualasto. Toma un solo remedio para el corazón y de vez en cuando, algunas gotas para los ojos. En ese lugar, cultiva flores, hortalizas y cría gallinas para tener huevos caseros.
Es cierto que perdió a su esposo hace más de 20 años y que la tristeza la invade cuando se da cuenta de que ya no está. Ramona se casó con Roque a finales de la década del 40′ y juntos tuvieron 9 hijos: Juana, la mayor (70 años), José, Horacio, Julio, Hugo, Víctor, Nilda, Carlos y Evelia, la menor (51 años). “Sería muy ingrata si no fuese feliz y agradecida con tanta vida alrededor, ¿no?”, sostuvo Ramona, quien además tiene 12 nietos y 8 bisnietos.
Según contó Evelia, la hija menor y que hoy es maestra en San Agustín de Valle Fértil, la mujer de 94 años aprendió a leer, a escribir y a sumar gracias a las hermanas de Saúl Quiroga, que eran vecinas. “Mamá siempre cuenta que como en esa casa había muchos libros, con las chicas (la hermanas de Don Saúl) jugaban a las maestras; y en ese juego aprendió a leer, a escribir y a sumar”, reveló.
Pero además, cuando Ramona fue niña ayudaba con los quehaceres de la casa y más tarde empezó a trabajar como ayudante de cocina en la finca de los Quiroga, donde conoció a Roque Carrizo, quien estaba encargado de cuidar a los animales. “Noviaron un tiempo, luego se casaron y ahí se vinieron a vivir a esta casa que era de los abuelos de mi papá”, contó Evelia.
Además, Roque trabajaba en las minas de mica por lo que Ramona tenía que ocuparse de todo lo de la casa, desde la comida y la limpieza hasta el cuidado de la huerta, de los animales, de sus suegros y de la crianza sus hijos. “La verdad que no sé cómo pudo con todo. Fue enorme el sacrificio, el trabajo, pero siempre lo hizo con alegría y con ganas”, agregó su hija.
Una vez por año se reúne la familia completa: “Nos reencontramos con nuestras raíces que deben ser como las raíces del algarrobo que está en la casa y que es testigo de nuestra historia”, sostuvo Evelia. Es que, ese algarrobo es enorme y estiman que tiene 400 años de edad. “Cuando mis bisabuelos se instalaron ahí, el algarrobo ya era viejo”, reveló, a lo que agregó, que especialistas de todos lados fueron a ver el ejemplar, tomado muestras y fotos: “Bajo de esa sombra se han reunido los amigos y familiares de mis bisabuelos, de mis abuelos, de mis padres, de nosotros. Incluso debajo de ese algarrobo se hizo el casamiento de mi hermana”.
“Yo soy una vieja moderna, porque me levanto a las 9, 9 y media; y si hace frío, me quedo en la cama hasta las 10”, reveló, entre risas, Ramona.