Sandra Guardia es una sanjuanina que supo ganarse la vida a fuerza de voluntad y superación. En el 2004, tenía 19 años y quedó embarazada de su primer hijo. Desesperada y sin trabajo, se anotaron en un programa nacional para formar cooperativas a través de los municipios, por lo que junto a un grupo de vecinos de la Villa 11 de Noviembre, en Rawson, se capacitaron y formaron la cooperativa Tres Soles, la cual es presidida por ella actualmente.
Según publicó Diario Huarpe, Sandra contó que cuando formaron el grupo hicieron cursos y capacitaciones de la UOCRA y fueron contratados para construir un barrio de 24 viviendas, donde ella vive actualmente. “Embarazada y todo con mi marido y los demás integrantes de la cooperativa construimos nuestras propias casas”, contó, y agregó en tono jocoso: “A mí no me des plancha ni cocina, a mi dame pico y pala”.
Hoy, preside Tres Soles que agrupa a 12 trabajadores, entre los cuáles hay personas con discapacidad, mayores y mujeres víctimas de violencia de género. Sandra asegura que “desde el 2004 están los mismos vecinos, de mi cooperativa nunca se fue nadie”.
A fines del año pasado, los miembros de la cooperativa se capacitaron en la técnica de construcción con placas de telgopor contenidas en mallas de hierro gracias a un curso lanzado por la Dirección de la Mujer en conjunto con la Dirección de Cooperativas con el fin de brindar innovadoras herramientas de trabajo.
“Para mí fue algo totalmente nuevo porque siempre usábamos cemento, arena y ladrillo. Fue algo novedoso, en algunos lados se está viendo, pero nosotros no lo teníamos incorporado. Lo bueno es que es un material muy fácil de trabajar porque es armar, poner y nada más”, sostuvo.
Si bien las primeras clases fueron virtuales, luego visitaron de manera presencial obras de barrios construidos con esta técnica y ahora esperan a que llegue el material para comenzar a construir una casa piloto y un merendero. Sandra afirma que de esta manera podrán hacer bancos para plazas, macetas, casas, consultorios, cierres perimetrales, mesas y muchas cosas más.
Además, los beneficios de este tipo de construcción son variados, desde su condición de antisísmico hasta un abaratamiento de costos del 30% en relación a una construcción tradicional. Además, la rapidez con la que se puede edificar, ya que una de una habitación, una cocina, un comedor y un baño puede hacerse en 30 días.
Sin embargo, la situación en pandemia es difícil. “De este trabajo dependen muchas familias y ya llevamos un año sin trabajo. Estamos todos los días esperando que salga algo, llevamos proyectos a los municipios, nos ofrecemos, pero no aparece nada”, se lamentó. Tanto ella como sus hijos de 5, 9 y 17 años de edad viven gracias al ingreso de su esposo, quien realiza changas.
“Llevar una cooperativa adelante no es fácil, a veces se nos terminan los contratos y no podemos continuar”, admitió. Sin embargo, tiene decidido seguir apostando a la construcción: “Es hermoso, son aprendizajes que no se olvida y que una le transmite a sus hijos”, sentenció.