Florencia Mercau recorrió 1.200 kilómetros para llegar a Buenos Aires y cumplir su máximo sueño: jugar al fútbol en un grande. Cumplió su anhelo gracias a River, pero después emigró a Independiente cuando el fútbol femenino pasó a ser profesional. En Avellaneda parecía estar todo perfecto, pero la pandemia, la inflación y desigualdad para con los salarios empezaron a mostrarle la otra cara del deporte. “Soy una de las pocas sanjuaninas en la elite del fútbol, pero no sé si decirte que eso es un privilegio. Es una lucha constante, no vivo como un jugador de Primera”, comentó la joven.
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Angustiada y desesperada, la futbolista abrió su corazón y contó las penurias que debe pasar para jugar en la elite del fútbol. Hoy vive en una pieza que alquila por 9.600 pesos, casi la mitad del sueldo que recibe por jugar en el “Rojo”, y subsiste gracias a los bolsones de mercadería que le da el club, sus compañeras y algunos conocidos. “Quizás decir la palabra profesional es muy grande, pero tengo la ayuda de mi familia, de mis compañeras, cuerpo técnico, mi expareja y club que siempre se portan muy bien conmigo. No voy a mentir, a veces tengo que pedir una bolsa de mercadería. A veces me da vergüenza, pero vivo con lo que tengo y así me manejo todo el mes”, confesó.
Florencia es una de las dos futbolistas sanjuaninas en la Primera División del fútbol femenino. A Independiente llegó cuatro años atrás, después de un fugaz paso por River y Racing. “Eso me genera orgullo, por eso siempre voy a dar lo mejor para dejar bien parado a San Juan. Sí hay cosas que me duelen, porque yo me siento sola. Pero me pongo a pensar lo que estoy viviendo deportivamente y la verdad es que es algo único. Defender el arco de Independiente, uno de los grandes del fútbol argentino, es un honor. Y yo entreno todos los días para esforzarme y seguir en el mismo lugar”, reflexionó.
Su amor por la pelota es tan grande que no pierde las ilusiones en que algún día todo sea más justo para con el fútbol femenino. Florencia no pierde las esperanzas de progresar y poder ayudar a su familia de Marquesado, la que le tiende una mano cada vez que no puede llegar a fin de mes. “Yo la sigo luchando, hoy mucho más. Ahora estoy buscando trabajo. Si no hubiese tanta diferencia con el masculino, podría estar ayudando a mi familia. Mientras yo estoy en una pieza, los jugadores están en mansiones. Ojalá algún día el femenino pueda estar en un nivel superior, pueda demostrar que está para mucho más y que, deportivamente, no hay nada que envidiarle a nadie”, expresó.
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“Si no hubiese sido por el amor que le tengo al fútbol, no hubiese aguantado. Sigo aquí por mi familia, por mis sueños, por las ganas de progresar, por el orgullo de representar a San Juan. Por los que nunca me soltaron la mano”, cerró la joven, hoy arquera de Independiente y puntera del torneo.