En la primera jornada de la audiencia por el femicidio de Jimena Salas, uno de los imputados, Nicolás Cajal, quien está acusado de encubrimiento agravado en perjuicio de la Justicia, declaró ante el Tribunal. Contó cómo transcurrió aquel 27 de enero de 2017 y respondió a las preguntas de los fiscales.
Por su parte, Sergio Vargas, imputado como partícipe secundario del asesinato, se abstuvo de dar su testimonio en un juicio que se desarrolla sin los autores materiales sentados en el banquillo de los acusados.
Nicolás Cajal contó que en la mañana del 27 de enero se levantó temprano y llevó a Jimena a natación mientras que él se fue a trabajar. Sus hijas se habían quedado al cuidado de una niñera. Relató que alrededor de las 11, ella le mandó un mensaje para avisarle que la niñera no le abría la puerta. La familia tenía dos juegos de llaves de la casa. Antes de salir del trabajo, Cajal llamó a Jimena y ella no le atendió el teléfono. Cuando llegó a su casa vio las llaves en el acceso y cuando entró el cuerpo de su pareja tendido en el suelo.
En su declaración, Cajal relató que se acercó a Jimena y le tomó el pulso, luego comenzó a buscar a sus hijas, que en ese momento tenían 3 años, mientras llamaba al 911. Las encontró en el baño llorando, las sujetó y las contuvo hasta que llegó la Policía. Luego las llevó al auto para preservarlas de lo que sucedía dentro de la casa. También negó la existencia de un supuesto maletín con dinero o drogas dentro de un dormitorio. “Me encantaría saber quién y por qué mataron a Jimena”, remarcó durante su testimonio, donde explicó además cómo era el manejo de las llaves de la vivienda familiar, y cuáles fueron las llamadas que realizó tras el hallazgo del cadáver de su compañera.