Los boliches en Salta continúan cerrados, a pesar de haber presentado distintos protocolos a las autoridades correspondientes. El miércoles 6 de enero, hicieron un pedido oficial para que se habilite que trabajen en un formato similar a las confiterías, pero con la posibilidad de bailar en el salón. Mientras no se permite esta medida, proliferan las fiestas clandestinas sin ningún control y mayor riesgo de comercialización de drogas.
Así lo comentó el empresario Mario Delaloye en diálogo con Profesional FM, señalando que los representantes del sector se reunieron en seis oportunidades con las autoridades del Comité Operativo de Emergencia para plantear distintas alternativas para retomar la actividad.
Inicialmente se les dio la oportunidad con un protocolo que permitía instalar mesas y sillas, con distancia de más de dos metros entre cada una y con un perímetro limitado en cada mesa donde los asistentes podrían bailar sin entrar en contacto con otras personas. Esta propuesta también involucraba la contratación de policías adicionales para controlar que se respeten estas normas.
Aunque este protocolo obtuvo el visto bueno, el COE dio luego marcha atrás en su decisión porque ninguna otra provincia autorizó a los boliches todavía. El empresario remarcó que, aunque los boliches continúan con las puertas cerradas, en Salta continúa aumentando el número de fiestas clandestinas, las cuales no poseen ningún control.
Expresó, por ejemplo, que en San Lorenzo se pudo ver durante la noche de Año Nuevo a seis camionetas que esperaban a jóvenes para transportarlos a encuentros ilegales. El empresario finalizó señalando que, al no haber controles en estas fiestas, aumentan las posibilidades de que suba la venta de drogas.