La Universidad Nacional de Rosario (UNR) será escenario de una semana sin actividad académica. Desde el lunes 11 hasta el jueves 14 de agosto, los docentes nucleados en el gremio Coad llevarán adelante una medida de fuerza, que se extiende hasta el viernes 15, un día no laborable con fines turísticos, dejando paralizada por completo la institución.
Este paro responde a un reclamo de recomposición salarial que los docentes consideran urgente, en situaciones donde la diferencia entre los aumentos otorgados y la inflación ya supera el 90%. Además, los bajos salarios impactan en servicios esenciales como la obra social, que según el gremio está “al borde de la quiebra”.

La situación universitaria se agrava por el contexto político: la última semana Diputados dio media sanción a un proyecto de financiamiento universitario similar al que fue vetado en 2024 por el presidente Javier Milei. Esto reaviva el conflicto y consolida la sensación de falta de voluntad del gobierno para resolver la crisis educativa.
En paralelo, en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Rosario, también se implementa una huelga de 48 horas este lunes 11 y martes 12, en abierta coordinación con el plan de lucha nacional del sector universitario.

Mientras tanto, los estudiantes expresan su respaldo al reclamo docente, pero advierten que el paro complica seriamente el calendario académico, especialmente las fechas de examen. Desde la Federación Universitaria de Rosario (FUR) se exhorta a garantizar la reprogramación de las mesas de examen y proponen alternativas como clases de apoyo, virtuales y tutorías para no perder el año.
Federico Gayoso, secretario general de Coad, advirtió sobre el vaciamiento del sistema universitario: muchos colegas renuncian o buscan otros trabajos para subsistir. El paro se justifica como una defensa de la universidad pública y advierte que “si no la defendemos hoy, mañana quizás ya no quede nada que defender”.

La combinación de un reclamo salarial urgente, la ausencia de una política educativa clara por parte del gobierno y la profundización del conflicto confluyen en una semana compleja para la enseñanza universitaria pública. Sin clases, sin acuerdos a la vista y con un veto presidencial en el trasfondo, el sistema queda al borde de una nueva crisis.