En enero de 1996, en el escenario del Festival Nacional del Folklore de Cosquín, una joven Soledad Pastorutti de apenas 15 años apareció por primera vez en televisión. “Se llama simplemente Soledad”, anunció el locutor Julio Mahárbiz sin imaginar que se estaba por abrir una nueva era en el folklore argentino. Junto a su hermana Natalia, ambas vestidas con ponchos tradicionales, interpretaron El duende del bandoneón y Entré a mi pago sin golpear, ante una audiencia cautivada.
“Felicitaciones a esta muchachita, santafesina, de Arequito, que ha logrado conmocionar a esta multitud en la plaza nacional del canto y de la música popular”, expresaba emocionado el locutor tras su presentación y antes de pedirle un tema más.

Con los acordes finales A don Ata, el presentador volvió a escena y disparó una frase que resumía las sensaciones que la nueva artista generó en el público: "De lo que he visto en los últimos tiempos es una revelación la actuación de esta chiquilina santafesina“.
La escena fue transmitida en vivo por ATC y se convirtió en un momento bisagra. La autenticidad en su interpretación, el folklore renovado desde lo joven y una presencia enérgica hicieron que Soledad fuera reconocida de inmediato como la revelación del festival.

Meses después, esa voz potente y esa presencia escénica le valieron el premio “Revelación” y el prestigioso “Cosquín de Oro”. Eso posibilitó el paso decisivo a grabar su álbum debut Poncho al viento, que vendió más de 900.000 copias y la catapultó a la fama nacional.
Su recorrido ya estaba trazado: con ese primer paso televisivo, su talento salió de las peñas para viralizarse por todo el país. En pocos años llenaría el teatro Gran Rex y se convertiría en referencia del folclore moderno.
El impacto fue inmenso: no solo cautivó al público que ya amaba el folklore, sino que convocó a jóvenes que hasta entonces no lo seguían. Ese debut fue el punto de partida para una carrera que comenzó en familia, impulsada por su padre Omar y su hermana Natalia, pero alcanzaría el país entero.
Hoy, muchas décadas después, esa imagen de La Sole con poncho, voz clara y mirada brillante sigue siendo símbolo de renovación del folklore argentino. Su primera vez en televisión marcó el inicio de una leyenda.