"Nada me va a sacar de la cabeza la imagen de la entrada interna llena de sangre, marcas de manos ensangrentadas en el vidrio de la puerta y dos policías parados delante para que nadie pasara", describió Juan Manuel Dusso en la extensa carta que le envió al presidente Mauricio Macri desde España para pedir justicia por el cuádruple femicidio vinculado de Santa Fe.
El texto difundido a través de la emisora Aire de Santa Fe reveló otra parte de la traumática secuencia posterior al crimen de los padres del joven, quienes fueron asesinados en diferentes lugares al igual que su hermana adolescente y el esposo de su madre. En uno de los párrafos, el muchacho confesó: "Quería irme con ellos".
"Si se hubiesen hecho las cosas como se tendrían que hacer en este país, yo tendría a mi familia conmigo. Si se tomaran más en serio las denuncias por acoso, maltrato y todo tipo de violencia, todo hubiese sido distinto", se quejó Dusso sobre la golpiza que había sufrido su otra hermana por parte de su ex pareja el día previo a los homicidios del 24 de diciembre.
Cabe recordar que Romina Dusso también resultó herida en las primeras horas de Nochebuena tras el segundo de los ataques perpetrados por Marco Feruglio, el joven de 25 años imputado por los asesinatos.
Entre las líneas que dedicó a recordar a sus familiares, el joven le exigió al Presidente que tome medidas, advirtió que "esta historia se repite" y expresó: "Miles de denuncias, de gritos de ayuda y ni una sola respuesta".
"Si no existe una justicia que sea en verdad justicia, vamos a tener que hacer justicia nosotros. Y le aseguro sin miedo alguno que lo voy a hacer si es necesario", concluyó la misiva dirigida a Macri.
A continuación, el texto completo:
Hola Presidente, mi nombre es Juan Manuel Dusso. Tengo 23 años y hace un poco más de dos semanas que estoy en España conviviendo con mi tía. El 23 de diciembre de 2016 mi hermana, Romina Dusso, recibió una paliza delante de sus tres hijos, Bautista (4), Marina y Martina (2), por parte de su ex pareja dejándola inconsciente. Una vez desmayada la despertó de un baldazo de agua y se fue. Ella pudo arrastrarse hasta la casa de la vecina y pedir ayuda.
Mi mamá, Claudia Oliva (44), y su pareja, Nicolás Estrubia (33), fueron a auxiliarla rápidamente. Hicieron la denuncia por la agresión recibida. No se la tomaron en serio. No se pidió captura para el golpeador, no se movilizaron para rastrearlo, no se hizo nada. Yo trabajaba en ese momento en Redsport. Fue una semana dura por la proximidad a las fiestas así que no tenía tiempo ni de hablar con mis padres. Ese viernes nadie me avisó lo sucedido. No me enteré de nada. Trabajé todo el día. Salí de trabajar. Me subi a mi bici y pedaleé hasta mi casa.
No recuerdo si comí o si me fui a dormir directamente por el cansancio. No lo recuerdo. Lo que sí recuerdo es el despertarme la mañana siguiente porque no paraban de llamarme. Cojo el teléfono y recibí la peor noticia de mi vida. Habían asesinado a mi papá. Me habían quitado a uno de mis pilares más importantes, a mi ejemplo a seguir, a la persona que me dio todo, que me enseñó lo que es el sacrificio, el que me formó para ser el quien soy hoy día, el que me decía todos los días que estaba orgulloso de mí. Y yo estaba orgulloso de ser su hijo. Y lo estoy.
Entré en crisis, no entendía nada, no podía estar pasando. Tenía que estar soñando, no podía ser verdad. Pero lo era. Una familia a la que quiero mucho fue a buscarme, me levantó y me llevó hasta el lugar donde había ocurrido todo. Llegué a la esquina del departamento, la calle cortada con cintas de peligro cerrando la calle. Pasé por abajo de ella y corrí hasta la puerta. Nada me va a sacar de la cabeza la imagen de la entrada interna llena de sangre, marcas de manos ensangrentadas en el vidrio de la puerta y dos policías parados delante para que nadie pasara.
Quise entrar, necesitaba ir a ayudar a mis hermanas, a mi hermanito, a la novia de mi papá. Pero no me dejaron. Esperé abajo a que bajara mi hermanita. Necesitaba saber si estaba bien. Tenía que abrazarla y calmarla. Tenía que sacarla de ahí como sea. Es que siempre la cuidé como si fuese mi hija. Lo más importante del mundo para mi tenía nombre y apellido, Camila Dusso. Era mi hermanita menor, la más chiquita, la que me acompañaba a todos lados, la que nunca te dejaba solo, la que se bancó miles de cosas, la que venía, te abrazaba y te decía te amo todos los días. Mi motor de vida. La persona más hermosa que pude tener el placer de conocer y con la que pude compartir muchas cosas. Ella me conocía más que nadie, y me amaba. Y yo a ella.
Y mientras esperaba abajo me suena el celular. Camiii llamando. Tomo el celular y contesto: "Cami…". Y mi hermana Romina responde: "No, Juanma, soy yo". Y en ese momento lo sabía, sabía que algo estaba muy mal. Pero quise preguntar: "¿Y la Cami?". Y ahí fue cuando el mundo entero se detuvo. En esos segundos de silencio mi corazón empezó a frenarse de a poco. Todo estaba mudo. No existió ningún sonido. Hasta que escuché lo peor del mundo. La mató. Mató a mi hermanita. Asesinó a la persona más importante para mí. No lo podía creer. Sentía como mi corazón se iba desarmando. Mi cabeza explotaba. El cuerpo me temblaba. El mundo se me caía a pedazos. La realidad se desmoronaba a mi alrededor. Todo estaba oscuro. Sentía que me moría lenta y dolorosamente.
Nunca hubiese imaginado que podía existir tanto dolor. Que mi cuerpo pudiese aguantar todo eso. Era una pesadilla. Y quería despertarme como lo solía hacer cuando tenía alguna. Me pegaba para ver si estaba despierto. Cerraba los ojos con fuerza. Pero no había caso. Eso estaba pasando. Me tiré en el suelo. No daba más. Quería morir. No me da cosa decirlo, quería que todo se acabará. Quería irme con ellos. Quería que mi corazón reventara para poder estar con mi hermanita. Pero no pasó. Y esperé. Hasta que en un momento veo movimiento y me acerco a la puerta. Y en brazos de el cuerpo médico sacaban a mis sobrinos, a la hija de la pareja de mi padre y a la amiga de mi hermanita.
No dudé en pedir que me diesen a mis sobrinos y tardaron unos segundos. Me preguntaron quién era, y les respondí su tío. Me entregaron al mayor. Nos subieron a un auto. Y nos llevaron hasta unas oficinas. Llegué al lugar. No caía. Mi cabeza se había enfocado en mis sobrinos. Tenían que estar bien.
Empezaron a llegar mis amigos. Mis familiares. Y todo se hacía más triste. Pero faltaba alguien. Me estaba olvidando de algo. Mi mamá. Tenía que llamarla. Como le iba a contar lo que pasó. Con qué palabras le digo que mi papá y su hijita habían sido asesinados por el hijo de mil putas ese. No sabía qué le iba a decir pero empecé a llamarla. La llamaba y la llamaba pero el teléfono no cogía señal. Intenté con llamar a Nico.
Nico fue una de las mejores personas que habrá existido en el planeta. Siempre positivo, carismático, respetuoso, amoroso, de muy buena madera. Siempre yendo y viniendo, de acá para allá, ayudando a los que le pedían una mano o consiguiendo cosas para la fundación. El había iniciado una fundación en Sauce Viejo para chicos con falta de recurso. FUNDACION CAMINO A LA AURORA. Que contaba en ese entonces con muchos talleres como por ejemplo de música, dibujo, equinoterapia, fútbol y hockey, entre otros. Así como también los talleres de sanación, de perdón, a los que me invitaron muchas veces con mi mamá pero no pude ir. Estaba todo enfocado para la preparación de los niños, jóvenes y adultos para un buen presente-futuro. Les enseñaba las herramientas necesarias para ser felices y lo hacía todo de corazón, al igual que muchas personas que lo ayudaban.
Una de esas personas era mi mamá. La mujer más hermosa de mi vida. La mujer que me dio la vida. La mujer que estuvo a mi lado siempre, pero siempre. La que nunca me faltó cuando la necesité. La que me alentaba siempre para crecer. La que me consentía. La que cada vez que iba a verla me cocinaba lo que sabía que me iba a gustar a mi. Se olvidaba de los demás. Era yo. Y solamente yo. Su hijo. Su Juanmi como ella me decía. Y así con todo. Me mimaba siempre. Era la única que me entendía a veces y yo a ella. Porque no la pasó fácil y yo lo sé. Porque lo vi. Lo viví. Estuve con ella en esos momentos difíciles. No estaba bien.
Era una persona muy buena pero con muchos problemas. La mejor mamá que me pudiese haber tocado y la que elegiría siempre. La que no dejaría que nos toquen un pelo. Y si hubiese tenido que hacer estallar el planeta para que nosotros estuviésemos bien lo hubiese hecho. Porque era así. Una loca linda. Una mujer hermosa. La más hermosa de todas.
Y esa mañana nunca atendió. Y Nico tampoco. Ninguno pudo hacerlo. Unas horas más tarde nos dieron la noticia de que habían sido asesinados por la madrugada… Y en ese momento mi vida terminó. Aunque mucha gente me quiera motivar y ayudar para seguir adelante con mi vida, después de esto lo que sigue no es vida. Es otra cosa. Es un sobrevivir día a dia. Es llevar todos los días la imagen de tu familia siendo asesinada y aguantar. Es llorar todas las noches imaginandote por el dolor que pasaron. Es estar pensando todo el día en qué pude haber hecho.
Qué pude haber hecho si me hubiesen contado ese mismo viernes lo que pasó. Que pude haber hecho si justo ese día iba a Sauce con ellos. O si iba al departamento de mi papá. Que pude haber hecho yo para que no pasará eso. Y lo sigo pensando. Y sigo analizando todo aunque todo lo que piense no me va a llevar a nada. Pero es una gran lucha contra mi cabeza.
Sólo el que pasó por esto lo entiende. Y así dia a día. Día a día pensando en que si se hubiesen hecho las cosas como se tendrían que hacer en este país, yo tendría a mi familia conmigo. Si se tomaran más en serio las denuncias por acoso, maltrato y todo tipo de violencia, todo hubiese sido distinto. Pero así estamos. Y no es de ahora. Esta historia se repite. Miles de denuncias, de gritos de ayuda y ni una sola respuesta. Hay que esperar tantas horas para pedir la captura de alguien. O tiene que haber muerto la otra persona para que se tome un poquito en serio todo. Eso se tiene que terminar. Están matándonos. Están matando a la hermana de alguien, a la madre de alguien, al padre de alguien, al amigo de alguien, al hijo de alguien, al conocido de alguien.
Están dejándonos morir. Las miles y miles de denuncias que hay hechas y nadie hace nada. Quedan guardadas en un cajón, así como muchas de las personas que las hicieron por que no les ayudaron. Y no pueden seguir pasando estas cosas. Están violando y matando mujeres, hombres y niños por todo el país todos los días. Y muchos de esos inservibles que tendrían que morir siguen sueltos o están un par de años y vuelven a salir por buena conducta. Por buena conducta. Destruyeron las vidas de mucha gente y se les concede la libertad después de haber “pagado” por lo que hicieron ¿Pagado que?
La lógica de esto sería que si matás a alguien, pagás con cierto tiempo de vida. Y si te portás bien adentro de las instalaciones, podés salir a pasear cada tanto con tus salidas transitorias y podés tener la suerte de disfrutar del afuera antes. Entonces le pregunto, si yo matase a todo aquel infeliz que mata, viola y golpea a la gente buena, ¿cuánto tiempo me darían? El mismo tiempo que ellos o un poco más. Porque parece que tienen más derechos de vivir que nosotros.
Señor Mauricio, con todo respeto, me estoy cansando. Y mucha gente también se está cansando. Y no es bueno. Le pido por favor que haga algo antes de que nosotros lo hagamos. Porque si no existe una Justicia que sea en verdad justicia, vamos a tener que hacer justicia nosotros. Y le aseguro sin miedo alguno que lo voy a hacer si es necesario. Porque perdí mi vida ya. Y no tengo miedo de perder mi libertad para darle a la gente buena una vida libre. Sin miedos.
No estoy pidiendo que haga algo, le exijo como ciudadano argentino, como uno mas de los millones que nacieron en este país, que haga algo. Porque usted es el Presidente y tiene que cuidarnos a todos y a todas. Basta de secuestros, basta de trata, basta de violencia, basta de asesinatos, basta de violaciones, basta de corrupción, basta de robos, basta de drogas, basta de darle a asesinos el derecho de tener la libertad cuando ellos les sacaron el derecho de vivir a alguien que jamás lo va a poder recuperar.
Queremos justicia por todos. Quiero justicia por todos. No sólo por mi familia. Por las familias de todos. Quiero vivir sin miedo. Queremos vivir sin miedo. Quiero vivir en paz. Queremos un poco de paz. Espero que haga algo pronto por que el pueblo está cansado y si no nos defienden ustedes, nos vamos a defender nosotros, se lo aseguro.