El jueves se produjo el macabro hallazgo del cuerpo sin vida de un joven debajo de la cama de un amigo. Ahora salió a la luz parte del entramado que envolvió a este crimen, y que tiene que ver con una amistad que quedó trunca por las enormes adicciones que tenían tanto víctima como victimario.
Fidel Ernesto Rosales, de 21 años, y Leonardo T. de 23 se conocían de toda la vida de Fisherton. Pero los inocentes juegos infantiles dieron paso a vínculos mucho más peligrosos, relacionados con estupefacientes. "Compartían pastillas, eran amigos para la droga", sentenció Alejandro, padre de Leonardo, que desde el jueves está detenido por el asesinato de Fidel.
El papá aseguró que hizo todo lo que pudo para sacar a su hijo de esa salvaje adicción. Pidió ayuda, trató de contenerlo, conversó con especialistas. Incluso lo asistió pese a sus dificultades: Alejandro padece una discapacidad que lo obliga a realizar una rehabilitación todos los días, lo que lo obligaba a dejar solo a su hijo por varias horas.
Pero no pudo corregir el rumbo de Leonardo. "Siguió haciendo lo que quiso y me agarró miedo", señaló a Canal 3. Incluso tuvo que empezar a cerrar con llave la puerta de su habitación cuando se bañaba. Es que su hijo le robaba plata y era capaz de vender cualquier cosa que encontrara en la casa para comprar cualquier tipo de droga.
Pero nunca pensó que llegaría a esta situación. Entre miércoles y jueves su hijo mantuvo una actitud extraña, lo que le llamó la atención. Sus sospechas se confirmaron cuando llegó un patrullero, y él mismo acompañó a los agentes hasta la pieza del joven.
Debajo de su cama, envuelto en una sábana, se encontraba el cuerpo de Fidel, que presentaba varias puñaladas que lo llevaron a la muerte.
Al enterarse de lo ocurrido, Alejandro acudió a la casa de sus vecinos, a disculparse en nombre de su hijo por lo ocurrido. A comentar que él también había sido víctima de su propio hijo, que en más de una ocasión lo tiró de la silla de rueda en la que se desplaza. Claro que sabía a esa altura ninguna palabra servía de nada. Fidel ya estaba muerto, y para ambas familias, la droga tuvo mucho que ver en eso.
(Fotografía: Juan José García)
