En la primera jornada del juicio a un inspector municipal por la muerte de un músico rosarino, diferentes peritos convocados por la Fiscalía ratificaron su diagnósticos sobre las gravísimas fallas del Café de la Flor en torno a las medidas de seguridad del emblemático local donde se registró el caso.
Los propios compañeros de Adrián Rodríguez se hicieron eco del mote del "café sin control" que empleó la fiscal Valeria Piazza Iglesias para referirse a las irregularidades que le costaron la vida al bajista de Raras Bestias la noche del 12 de octubre de 2015. "¿Los demás lugares de la ciudad están controlados?", se preguntaron los artistas en torno a los procedimientos de la Secretaría de Control y Convivencia Ciudadana.
Si bien el dueño y el electricista que trabajó en el lugar también están imputados por el fallecimiento, el debate que comenzó esta semana tiene como único acusado a Pablo Akerman, quien afronta una pena de 3 años de prisión condicional y 10 de inhabilitación especial por incumplir sus deberes de funcionario público.
"Ojalá sea el comienzo de algo de paz para Adrián", manifestó la banda a través de las redes sociales a la hora de poner la mira sobre el proceso oral y público en el que el arquitecto de 39 años también está bajo sospecha por falsedad ideológica de documento público. Ante el juez Juan Andrés Donnola, diferentes peritos comprobaron que las actas con el visto bueno y la firma del profesional no se condecían con el mal estado de la instalación eléctrica.
Según informó La Capital, uno de los ingenieros que revisó el local de Mendoza al 800 advirtió que el tablero principal estaba montado sobre madera, un material combustible, y que el disyuntor no estaba conectado ni había descargas a tierra a la vista.