La región se encuentra de luto luego de la explosión en la planta de Cofco en Puerto General San Martín ocurrida el miércoles. Perdieron la vida dos personas, una veintena resultó herida, pero el dolor se quedó en todos los operarios, sus familiares, sus vecinos y amigos.
Mario Quiroga, es empleado en la cerealera de capitales asiáticos yen medio del paro lanzado por el sindicato de aceiteros debió volver a su puesto de trabajo para garantizar las guardias mínimas, a ese lugar donde, según describió, "parece que cayó un misil".
"Estoy otra vez en la zona del desastre, igual que ayer. Mil veces me pregunté: qué estoy haciendo acá?", se cuestionó en su cuenta de Facebook.
"En éste lugar se respira tristeza, se habla con la voz quebrada, se caen lágrimas de a ratos. Se trabaja con un constante nudo en la garganta", agregó.
En su carta también recuerda lo ocurrido cinco meses atrás, "como un dejavu". Mario cuenta que hoy en la planta se llora "por los hijos sin padres, los padres sin hijos y las viudas".
"No olvidemos estas vidas, que no olvidemos que vivimos en riesgo constante. Que no olvidemos al cabezón y al negro", concluyó.