La pandemia del cornavirus sigue avanzando y con ello van surgiendo necesidades a diario en el sistema sanitario. Afortunadamente, también se van viendo sobrados ejemplos de gente empática con la realidad que nos toca, y desde su lugar, cada uno va aportando lo que puede.
Este parece ser el caso de Christian Sadoly, un joven de 24 años, oriundo de Capilla del Monte, pero que vive en la ciudad de Córdoba desde hace cinco.
Estudiante de Ingeniería Biomédica e Ingeniería Electrónica, en 2014 creó su propia impresora 3D, "cuando estaban comenzando a hacerse más conocidas", relata el joven. "Trabajé un tiempo para comprarme una, pero como no llegaba con la plata, decidí armarla yo", recuerda.
Christian comenta que "hay una comunidad Maker enorme, con distintos propósitos según lo que se vive, en la que se comparten producciones de forma libre". Así fue como en España e Italia nacieron los diseños de estas máscaras para protegerse de posibles contagios de coronaviurs.
Christian se puso en contacto con un español quien le envió el modelo de la máscara que ellos estaban haciendo. Al mismo tiempo, se anotó en todos los grupos que encontró en el país, que se iban formando para replicar ese movimiento en el país, contribuyendo a la causa. "Todos estamos esperando a ver el desarrollo de la situación, pero ya hay varios pedidos de estas máscaras a confirmar, según lo que suceda con los contagios", afirmó el joven.
Mientras tanto, su suegro que es director del Registro Civil de la Municipalidad de Río Segundo, le consultó sobre la posibilidad de realizar alguna de esas máscaras para el personal del Hospital Virgen de Lourdes de esa ciudad.
Tomó contacto la directora de Salud Pública municipal, Raquel Botta, y se coordinó la entrega de la donación de 18 máscaras de protección para que puedan ser utilizadas por el personal sanitario.
"La idea es seguir produciendo a precio de costo, o buscar proveedores de plástico que quieran donar el material para hacer una red y poder producirlos sin costo para donarlos a quienes los necesiten", anheló Christian.
Los materiales que se necesitan para la vincha es PLA, ácido poliláctico, "un material amigable con el medio ambiente, biodegradable y biocompatible", detalló el estudiante. Y para la visera, que es un acetato, se podrían reutilizas las radiografías usadas de los hospitales. "Está todo pensado para que sea lo más fácil y económico posible", afirmó Sadoly.
Christian encontró la manera de invertir su tiempo libre. Estando en cuarententa en su departamento de Córdoba, pasa su tiempo pensando en cómo ayudar a los demás: "Mi consejo para que pase más rápido esto sin perjudicar tanto nuestra salud mental, es que pongan su cabeza en un hobby, y si no tienen ninguno, que aprovechen para encontrarlo", señaló.