Un hombre de 79 años ya jubilado se dedicaba a la carpintería en Santa Cruz y viajaba todos los fines de semana a Chile, país de donde era oriundo, para estar con su familia. Si bien con la pandemia no tuvo la oportunidad de verla por dos años, antes de morir le concedieron ese último deseo: despedirse.
El sujeto, que había trabajado en la mina de Río Turbio antes de jubilarse, enfermó gravemente y lo internaron en el Hospital de la ciudad. Había sido diagnosticado con una neumonía bilateral aguda.
Por fortuna el viernes 18 de febrero las gestiones entre ambos países lograron que el paso de Dorotea entre Río Turbio y Puerto Natales se abriera por razones compasivas y pudiera ser trasladado al Hospital de la localidad chilena.
“Hoy es un día más, pero no para todos, hoy mi corazón estalla de emoción, pudimos abrir la frontera para trasladar a un paciente al hospital de Puerto Natales”, sostuvo Susana Tello, jefa de Terapia Intensiva del Hospital de Río Turbio y quien estuvo a cargo del operativo de traslado.
Según publicó La Opinión Austral, luego de dos años se reencontró con sus seres queridos. Pudo despedirse y a las pocas horas murió.
“La familia necesitaba estar junto a su papá y esposo, que no veía hace dos años”, resaltó. Una vez en Chile, el hombre se reencontró con sus siete hijos y su esposa, quienes tuvieron la oportunidad de despedirlo cuando falleció el sábado.
Caso Solange Musse
Esta situación es muy similar a la de Solange Musse, pero con un desenlace distinto. Su caso conmovió a todo el país y movilizó a las personas bajo un sentimiento de angustia e injusticia.
Solange murió en 2020 en Córdoba junto a su madre, pero debido a las restricciones por la cuarentena estricta y obligatoria no pudo despedirse de su padre, a quien no le permitieron entrar a la provincia.
De esta forma se impulsó un proyecto de ley llamado: “Derecho al último adiós” para que todos los pacientes con enfermedades terminales tengan el derecho de despedirse en comunión con los integrantes de su entorno familiar.