La Guerra de Malvinas marcó a cientos de veteranos y veteranas para el resto de sus vidas. La memoria, a 41 años de aquel hecho, no se borra, y esto quedó demostrado con el reencuentro entre Gladys Herrera y Eduardo Aguirre, enfermera y excombatiente cuyos caminos se unieron una vez más.
“Para Gladys, con cariño, Eduardo. 22/6/1982″, así fue la dedicatoria con tinta azul que el hombre le había puesto a su chaleco. Se lo entregó entonces a la trabajadora de la salud, a modo de agradecimiento por la atención que le dio en el Hospital Regional de Comodoro Rivadavia.
Tras recibir el alta, el entonces muchacho volvió a Villa Huidobro, localidad de la provincia de Córdoba. Esa prenda luego fue presentada por Agustín, el sobrino nieto de la enfermera, durante el acto de su jardín de infantes en Caleta Olivia.
Del mismo participó el veterano Pablo Carrizo, quien al observar la prenda, se interesó por la historia detrás de ella. Su participación en esta historia sería clave, pues jugó un papel de nexo para el reencuentro de la propietaria del chaleco y el soldado que se lo regaló 41 años atrás.
Cómo fue el reencuentro entre la enfermera y el excombatiente de Malvinas
En diálogo con La Opinión Austral, el excombatiente señaló: “Al chaleco lo vi el día 31 de marzo en el Jardín N° 20. Fui invitado y un niño de la sala de cinco llegó con ese chaleco, con una remera y otro objeto más, que decía que era de un soldado. Entonces, hablando con la mamá del nene, me comentó que una familiar de ella, no sé si era la tía o algo parecido, era la dueña”.
Se trata de Gladys Godoy, una habitante de Caleta Olivia que allá por 1982 se encontraba estudiando enfermería. “Estuvo en el Hospital Regional en Comodoro Rivadavia y le tocó atender a los soldados que volvían desde Malvinas. Es así que conoce a este muchacho. Como agradecimiento le deja el chaleco”, contó Pablo.
Carrizo no lo dudó y se comunicó con la chubutense y su hermana, y en plena conversación surgió la idea de contactar a aquel veterano. No tardaron demasiado y dieron con su contacto, logrando así volver a verse por videollamada.
Durante más de 20 años, Gladys guardó el chaleco que le había sido entregado por Eduardo y los últimos 17 estuvieron “bajo custodia” de Alcira, su hermana y abuela de Agustín. Dicha prensa militar nunca fue expuesta, hasta que aparecieron los nietos.
“Desde el año pasado ya venía con este tema de Malvinas. Y este año yo le decía a mi hija, cuando Agustín vaya al jardín, voy a ver si quiere llevar el chaleco, porque ya el año pasado había empezado a hablar bastante con mi hermana, para que ella empiece a abrirse un poquito más”, agregó Alcira.
La búsqueda de Eduardo, el veterano cordobés de Malvinas
A través de una publicación en Facebook en la página Malvinas por sus protagonistas, redactaron: “Eduardo, la enfermera que te atendió y cuidó en junio de 1982, te está buscando”. En pocas horas, ya habían dado con el veterano.
Especificaron que Gladys aún conserva ese chaleco de regalo, con la dedicatoria en azul y en color negro el número 157. Aclararon entonces que ella no recuerda el apellido o la ciudad de origen de este soldado argentino, pero si recuerda que tenia afectados los pies.
“Yo nunca le había comentado a nadie de aquel suceso. No lo sabían ni mis padres, ni mi hermana, ni la familia que hoy tengo, representada por mis hijas y mi señora. Dejé ese chaleco y dos rosarios a otras dos enfermeras más en agradecimiento por todo lo que hicieron por nosotros, no tenía otra cosa para dejarles”, contó Aguirre en diálogo con el medio cordobés Puntal.
Recordó que la enfermera al principio no quería recibirlo: “me decía que era mi abrigo y me haría falta. Pero yo le di mi chaleco a ella porque fue la que más se destacó, porque realmente me atendió muy bien. En realidad, todos nos atendieron bien, tanto médicos como enfermeras, pero ella fue la que se dedicó a mi persona y se lo di, así como también obsequié dos rosarios a otras dos de sus compañeras”.
A 41 años de ese suceso, y tras un contacto virtual, quedó abierta la posibilidad de reencontrarse personalmente. Gladys aún insiste en devolverle la prenda, y Eduardo en que no. “El chaleco es de ella. Yo estoy recuperado de las piernas gracias a la buena atención que recibí en aquel momento por parte de las enfermeras y también de los médicos”, cerró.