En Punta Alta siempre hay historias para contar, más aún cuando de nostalgia se habla y es así como se viralizó un posteo en la red social Twitter que hablaba del Kiosco Andrea. Desde Vía hablamos con su protagonista Juan Argüello, quien nos contó su historia.
En calle Brown al 400 Juan te recibe con una gran sonrisa y un lugar que te transporta a otra época. Él tiene 85 años y su comercio, no sólo te ofrece turrones, sino también aquello que nadie pensaría que aún podes comprar como son los stickers con nombres, cassettes de varios cantantes, entre otros.
No solo el decorado se mantiene de aquella primera vez que abrió las puertas hace 40 años, sino que una radio antigua acompaña a las paredes gastadas y un cartel de ingreso que dice, “Abierto”, aunque no lo esté. Abre a las 10 hs cierra al mediodía y después de 17 a 20 hs. aunque Juan reconoció, que no siempre respeta ese horario.
Juan nos contó, “llegué a la ciudad para hacer el servicio militar obligatorio por el año 1956 y a partir de allí nunca más me fui. Nací en Pringles, pero hace 30 años que no voy. No tengo familia, estoy solito, pero acompañado por tantas amistades que jamás me dejaron de acompañar. Fui personal civil de la Armada, trabajé en el Taller de Electrónica de Puerto Belgrano”.
“El kiosco se llama Andrea, por mi sobrina y la hija de mi socio”.
Elegir un nombre no es tarea sencilla, es lo que dará significado a identidad a lo que va a nacer. “Andrea” fue el elegido para este kiosco testigo de cuatro décadas de la historia puntaltense. Argüello lo encontró en la simpleza de los afectos cotidianos. “Se llama Andrea por mi sobrina y la hija de mi socio”, relató.
Andrea, el kiosco y Juan forman parte de una historia también simple que se viralizó gracias a Twitter. Lejos de esa tecnología la semana sorprendió a este kiosquero de sonrisa amigable y movimientos tranquilos. El posteo llegó a una puntaltense que vive en Noruega y vio a Punta Alta hecha noticia en el mundo de las redes. “Vino a visitarme una señora, me contó que su hija que vive en Noruega y es puntaltense, le contó de mí y se vino a sacar una foto. No sé bien como surgió todo. Lo que sí estoy seguro es que no pienso en cerrar, porque toda mi vida está aquí”, contó Don Juan Argüello con la misma amabilidad que atiende en su kiosco desde hace cuatro décadas.