El pasado 9 de julio, el Bowling Strike de Posadas fue clausurado por última vez pero, el fin de semana pasado reabrió y con ello volvieron las fiestas clandestinas, los disturbios a la salida y, la queja de los vecinos.
El Bowling Strike de Posadas acumula varias clausuras por no respetar ninguna norma impuesta por la Municipalidad. No solamente funciona con el fin autorizado, es decir como bowling, sino también en determinadas horas de la noche las cortinas se corren imposibilitando la visión desde afuera y, la música se torna incontrolable.
Como si fuera poco, a la salida del lugar, en altas horas de la madrugada, las picadas tanto de motos como de autos se repiten casi todos los días. Los motores rugiendo y la música atronadora que hacen vibrar las paredes de los vecinos del barrio.
En la mañana del pasado 30 de julio, empleados del Bowling Strike de Posadas cortaron la avenida Mitre sobre la calle España, para manifestarse en contra de la clausura de su local. Dicha medida fue tomada por la Municipalidad, luego de registrar reiteradas infracciones a los protocolos y por ruidos molestos.
El drama en primera persona
Pablo Hodko, es sin dudas el más perjudicado. Su vivienda se encuentra lindante al Bowling Strike y sufre en primera persona las vibraciones que genera la música emitida desde el interior del lugar. “Efectivamente volvieron a habilitar el Bowling Strike y, sigue funcionando como boliche y no como Bowling. Tengo entendido que la Municipalidad de Posadas los habilitó para trabajar como Bowling y bar pero no así para hacer fiestas y tener el volumen en los decibeles que tienen”.
Varios de los vecinos coincidentemente médicos y enfermeras, dedicados al cuidado de la salud en el área de Emergencias del sistema de Salud público provincial, que ingresan a trabajar a las 06:00 pero no pueden dormir ni descansar por la reiterada y sistemática violación de las normas municipales que regulan la convivencia en la ciudad. “Los ruidos son hasta las 4 de la mañana. Si bien ellos están de fiesta, nosotros tenemos que descansar para levantarnos temprano al otro día e ir a trabajar”.
“Mi señora estaba embarazada y, estamos lindantes al Bowling. No es solamente el ruido, sino también las vibraciones. La Municipalidad los obligó a modificar esto. Yo ya no llamo más, porque uno llama y cuando ellos llegan, los del Bowling bajan el volumen”. Ante las reiteradas situaciones que deben soportar, los vecinos adquirieron medidores del sonido emitido a alto volumen, que registró en las últimas madrugadas desde una vivienda cercana 44 decibeles, y ya en la vereda de la misma a 55 decibeles. “Ellos tienen unas cortinas que cierran y de afuera no se ve nada, ahí siguen la fiesta”.