Bartomeu Meliá, el jesuita español que acaba de fallecer en Asunción, parecía siempre llegado de algún remoto lugar de la selva paranaense.
De su Mallorca natal trasplantó su cuerpo y su alma como un guaraní más. En una recordada charla que dio a principios de los '80 en el Instituto Montoya, el hombre, el sacerdote, confesó: "Fui a evangelizar, y ellos me evangelizaron a mí".
Meliá revelaba así la honda dimensión humana y espiritual de los pueblos originarios. Ellos vivían sin codicia y compartían sus bienes.
Al llegar a Posadas y dar su charla, comentó ante maravillados jóvenes estudiantes que no superaban los 30 años sus vivencias en la Amazonia. Allí convivió con los enawene-nawe una tribu aislada, respetando su costumbre de desnudez total.
El jesuita español Bartomeu Meliá, defensor de los pueblos indígenas de Paraguay como el aché, víctima de un genocidio que denunció y por el que Alfredo Stroessner lo exilió, falleció a los 86 años y fue sepultado ese fin de semana en Asunción.
Melià (Porreras, Mallorca, 1932), habría cumplido 87 años este sábado y no superó una dolencia luego de varios días internado en la enfermería provincial de los jesuitas, en Asunción.
Fue profesor de Etnología y de Cultura Guaraní en la Universidad Católica de Asunción y presidió el Centro de Estudios Antropológicos de esa institución.
Meliá llegó a Paraguay en 1954, recién instalada la dictadura de Alfredo Stroessner, que se mantuvo 35 años en el poder y obligó al exilio a jesuitas como Joaquín Piña, Antonio Carbonell de Masy o Bartolomé Vanrell, quienes se radicaron en Posadas.
Meliá, discípulo del investigador e indigenista León Cadogan, aprendió guaraní en Paraguarí, y lo combinó luego con el estudio de otras lenguas nativas, así como la historia de las misiones que fundaron los jesuitas en los siglos XVII y XVIII en Paraguay, Argentina, Brasil y Bolivia.
En los aché, Meliá vio a un pueblo que ocupaba tierras fértiles y atractivas amenazadas por el negocio agrícola, y víctima por tanto de expulsiones, cacerías y secuestros de niños, que desencadenó un genocidio apoyado por el régimen de Stroessner.
El sacerdote denunció esa situación en un libro junto a otros dos autores, lo que le enfrentó con el régimen dictatorial y fue expulsado del país en 1976.
En el exilio se dedicó a investigar en los archivos del Vaticano y más tarde, en Brasil, tuvo la oportunidad de viajar a la selva amazónica para convivir con el desconocido pueblo indígena de los enawene-nawe.
Tras la caída de Stroessner, Meliá regresó a sus estudios y investigaciones. Amigo personal de Augusto Roa Bastos, Meliá deja una treintena de libros, aportes indispensables sobre la cultura guaraní, y un sinfín de artículos y colaboraciones.