Recientemente propuesta para encabezar la fórmula presidencial del Frente de Izquierda en las próximas elecciones, Myriam Bregman cree que la “salida superadora” a la discusión sobre los planes sociales es “la reducción de la jornada laboral a seis horas y el reparto de las horas de trabajo para crear puestos de trabajo genuinos”.
En diálogo con este medio, la diputada nacional del PTS advierte que los dichos de la vicepresidenta Cristina Kirchner que generaron un fuerte malestar en los movimientos sociales “tienen el objetivo de dividir a la clase trabajadora”. “Salir a estigmatizar a las organizaciones es funcional a la persistencia del ajuste”, subraya.
Fue propuesta para encabezar la fórmula presidencial del Frente de Izquierda…
En el marco del congreso del PTS, una de las resoluciones que tomamos, a propuesta de Nicolás Del Caño, fue proponer al Frente de Izquierda nuestros candidatos para las próximas elecciones: Alejandro Vilca y yo. Vemos que todas las coaliciones políticas ya están discutiendo las candidaturas y creemos que es importante que la izquierda también presente su voz desde ahora, mostrando una salida independiente de las coaliciones mayoritarias. Que la voz de los trabajadores, de las mujeres y de los pueblos originarios esté presente desde ahora en la discusión política nacional.
En las últimas elecciones, la izquierda fue la tercera fuerza a nivel nacional, ¿qué perspectiva tienen ahora?
El macrismo fracasó y eso hizo que un sector de sus votantes, sobre todo los más jóvenes, se radicalicen por derecha, y es el voto que logró captar Javier Milei. Pero hay una impugnación del sistema político más de conjunto y también el peronismo está sufriendo esa impugnación. Alberto Fernández ganó diciendo que iba a terminar con la herencia macrista, que iba a llenar la heladera, que la deuda externa era un fraude, y hoy vemos que no solucionó ninguno de esos temas, sino que se agravaron. La izquierda tiene un desafío allí.
¿Qué opina de los dichos de Cristina acerca de los movimientos sociales y la “tercerización” de los planes?
Lo veo con mucha preocupación, porque los discursos estigmatizantes nunca terminan bien. Esas declaraciones se dan en el marco de un ajuste profundo. Las partidas presupuestarias se ajustaron en un 51%, el gasto del programa Potenciar Trabajo se ajustó en un 34%, contra una inflación de más del 60%, 70%. Hay un ajuste feroz. Y en el marzo del ajuste feroz, esas declaraciones tienen el objetivo de dividir a la clase trabajadora, y son muy peligrosas.
Tiene que haber una organización democrática de los trabajadores informales, y ellos en asamblea tienen que decidir cuál es el destino de la ayuda social. Pero esa democracia parte también de rechazar cualquier estigmatización, y de una universalización, porque lo que hace que se discuta quién recibe una ayuda y quién no es que los planes no son universales, que no todo el mundo tiene acceso a esos planes. Salir a estigmatizar a las organizaciones es funcional a la persistencia del ajuste.
Ahora se avanza en dejar a los planes sociales bajo control de gobernadores e intendentes, ¿qué le parece esto?
Para mi la organización tiene que ser una organización de los propios involucrados. Nuestra posición siempre ha sido que sea un movimiento único, obviamente con libertad de tendencias políticas dentro del movimiento, pero que se fortalezca en un movimiento único donde en cada barrio, en cada lugar se decida qué se hace con la ayuda social y que se definan cuáles son las prioridades.
Es decir, que no lo administre el Estado…
Es que con las salidas que se están proponiendo ahora, lo que se está haciendo es que vuelvan los intendentes como en la época de (Eduardo) Duhalde. ¿Alguien puede decir que eso es más democrático? ¿El intendente con el dedo diciendo ‘esto va para acá’ o ‘esto va para allá’? Hay un problema de origen: no se parte de universalizar ayuda, sino de que tenés que luchar para conseguir ayuda. También hay una dificultad en comprender la complejidad del fenómeno. Por ejemplo, las fábricas recuperadas cobran el Potenciar Trabajo, que actúa como un salario complementario producto de la crisis y de la desidia del Estado.
¿Qué salida proponen?
Estamos elaborando un anteproyecto sobre la reducción de la jornada laboral a seis horas y el reparto de las horas de trabajo para crear puestos de trabajo genuinos. Es una salida superadora de la discusión sobre ‘ayuda social sí’ o ‘ayuda social no’. Hoy se podría hacer, y esto nadie lo dice. Aplicándolo solo a las 12.000 grandes empresas, se podrían crear un millón de puestos de trabajo genuinos en forma inmediata (obviamente, sin reducción salarial).
Hoy, en un gobierno peronista, vemos que los puestos de trabajo que se crean son monotributistas y precarizados. Estamos yendo hacia una pérdida feroz de derechos y del poder adquisitivo de la clase trabajadora. Durante los primeros dos años del gobierno de Fernández, la clase trabajadora perdió entre seis y siete puntos de participación en la renta nacional, que los ganaron los sectores más acomodados. Hay una redistribución regresiva del ingreso.
Desde el Estado se podría dar impulso, por ejemplo, al tema de la vivienda. Hay un déficit habitacional de tres millones y medio de viviendas. El Estado podría encarar un plan de obras públicas que incluya la construcción de viviendas con destino social para sectores que no pueden comprar o alquilar, y eso generaría puestos de trabajo genuinos y evitaría condenar a todo un sector a trabajar sin derechos y a depender de la asistencia social.
En Diputados hay un proyecto de los movimientos sociales para crear un “salario básico universal”, ¿acompañarían esa iniciativa?
Hay una discusión muy compleja. Hace falta asistencia social, pero no hay que aceptar una dualización de la clase trabajadora: un sector que trabaje bajo convenio y otro sector que esté condenado de por vida a la asistencia social. Nosotros creemos que por lo que hay pelear es por la reducción de la jornada laboral. Es una salida superadora a eso, porque sino no salimos de la discusión de cuánto es la ayuda social. El proyecto de Itai Hagman habla de 14.000 pesos; tampoco con eso va a vivir una persona. Tenemos que dejar de ponernos objetivos que solo tengan que ver con la asistencia del Estado y dar una discusión de fondo sobre generar puestos de trabajo genuinos.