El escritor pergaminense Restaino obtuvo un primer premio

El reconocido escritor ganó con Poema de amor el Concurso Nacional organizado por la SADE.

Rafael Restaino 1
Rafael Restaino 1

Rafael Restaino obtuvo el primer premio en el Concurso Literario Nacional organizado por la SADE (Ramallo, Baradero, San Pedro) en su edición 2019, y fue declarado de Interés Legislativo.

La ceremonia de reconocimiento se realizó en la Biblioteca popular Rafael Obligado de la ciudad de San Pedro.

El jurado integrado por las profesoras Stella Mary Lina, María Fernanda Mallo y Dora Dolcemelo, decidieron entre los 226 trabajos presentados el siguiente fallo:

Primer premio al escritor de Pergamino Rafael Restaino por su poema POEMA DE AMOR; el segundo premio; ENCENDER LOS PÁJAROS, de Evaristo Santana, Ituzaingó, Bs. As.; 3º Premio POESÍA PARA LEER MIENTRAS LLUEVE /POESÍA ESCRITA EN EL PECHO, Antonio Cali, Puerto Madryn, Chubut; 1ª Mención CRÓNICA DE UN DÍA DE VERANO, Gladis Naranjo, Claromecó, Tres Arroyos, Bs. As.; 2ª Mención A-DIOS, Anahí Duzevich Bezoz, Cañada de Gómez, Santa Fe; 3ª Mención INTERROGACIÓN, Griselda Rulfo, Villa María, Córdoba.

Rafael Restaino en una de sus conferencias
Rafael Restaino en una de sus conferencias

El premio consistió en un cuadro basado sobre el trabajo ganador y diploma.

Desde que estás a mi lado, amada mía, retroceden como perros asustados mis banderas tristes, mis pañuelos húmedos, mi marcha de fantasma sobre cristales rotos.

Y como nunca antes, amada mía, toco las campanas de júbilo y me agito en un torbellino de sangre, de noche, de cuerpos húmedos, de sueño y carne.

Qué importa quién te trajo hasta mi cruz de estrellas si desde que estás a mi lado en este encuentro y desencuentro que es este caminar inclinado te has convertido en un río marero, en un celeste opulento, en una patria a la que estoy deletreando.

Mujer que me has llegado de lejos y siempre me estás llegando Aunque sea imposible tener contigo una alegría serenada, un odio serenado bajo la celeste estrellería de esta llanura te digo: Aquí está mi rebaño de versos con palomas, mi templo de luna, mi sal, mi lumbre, y mi sombra.

II Desde el mismo momento en que subiste a mi caballo de sol, que te armaste con mis flechas de agua y mi arco pulido en música de estrellas supe que sería más alegre mi soñar y mis días serían más frondosos.

Desde el mismo momento que integraste mi sistema de planetas internos que te metiste entre los celajes que construye mi sangre supe que aunados en espiral de amor íbamos a navegar amada mía y que juntos íbamos a romper los calendarios y las distancias.

Desde el mismo momento que aprendí a volar para recoger las palabras que colgaban de los árboles y me puse a estudiar el arte de los números para aprender tu justa cifra supe que no quería otra cosa en la vida que abrazar tu tronco, escuchar tu raíz, palpar tus piedras, acariciar tus cardos, y oler tus rosas empolvadas.

III Hay acaso un sendero por donde vayan mis pies que no me lleven siempre hacia las hojas y los pájaros que hay en tus ojos.

Hay acaso en mis recuerdos alguna ternura mayor cuando en aquel crepúsculo, sin piedad, a la sombra de unos árboles arrugados de siglos, nos quemamos las bocas.

Hay acaso otra posibilidad de que el viento pueda tener algo más bello que esos poemas que son tus cabellos sueltos con los cuales juegan mis manos.

Uno siente mi amor, que eres la tierra olorosa, la tierra fresca y blanda y que estás hecha, quizás como ninguna otra para las flores y las lluvias.

Cómo puedo arrepentirme, cómo puedo arrepentirme, amada mía de que mi suerte esté echada, que mi suerte siempre se decida en los tréboles blancos de tu pecho.