Beto Magliocchini es la persona detrás de Paraná Come, la página de Instagram que rápidamente se convirtió en la vidriera gastronómica de la capital entrerriana. Un espacio para que emprendedores del rubro muestren su trabajo, y para que los paladares locales encuentren nuevos sabores.
A su creador siempre lo tiró más el trabajo emprendedor que el estudio, si bien cursó Administración de Empresas hasta tercer año sabía que su verdadera pasión estaba en el negocio familiar de indumentaria que había logrado levantar junto a su padre y un amigo. “En eso que el negocio crece, un 2 de febrero se me ocurre empezar a mostrar mi vida gastronómica que es muy sencilla: cocinar en las peñas y en casa; mi abuela siempre nos inculcó mucho la cocina”, cuenta Beto en relación a los inicios de Paraná Come.
“Cree la página ese día y de repente explotó, fue algo rarísimo”, reconoce y agrega que “la idea era mostrar la gastronomía local como yo la veía, siempre desde una perspectiva positiva, desde la experiencia buena, no desde lo malo. La idea era mostrar lo bueno y funcionó”.
Paraná Come creció en poquito tiempo a miles de usuarios, “en tres meses teníamos 5 mil usuarios y eso fue todo una sorpresa para mí. Era interacción todo el tiempo, por suerte lo pude manejar”, cuenta su creador. De esa idea inicial nació luego un modelo de negocio que hoy en día funciona “de manera espectacular”. “No me considero un crítico, lo que hago es disfrutar y recomendar para que la gente pruebe lo que yo veo y siento sobre la comida”, resume Beto sobre la idea que lo llevó a iniciar este camino.
El joven paranaense se considera cocinero “de alma y de gusto”, de sus viajes por el mundo se trajo el interés por probar recetas e ingredientes nuevos y eso es lo que busca contagiar en la ciudad. “Por suerte acá se encuentra de todo, el Pastrón que pocos conocen, la mostaza Dijon, el curry, que por ahí uno no usa normalmente”, enumera Beto sin dejar de reconocer lo clásico de Paraná como el asado y las pastas. “Soy un amante de la comida y no la critico porque en una experiencia gastronómica mucho tiene que ver cómo está uno, cómo lo recibe, cómo está el cocinero, muchas cosas que pueden modificar la experiencia de un día”, expresa en relación a la visión que busca cultivar sobre la gastronomía.
De idea a negocio
Beto logró hacer de su idea un negocio que hoy le significa dedicar 8 o 9 horas diarias a examinar la gastronomía local, “desde que me despierto y empiezo a trabajar las redes hasta que me acuesto y subo foto de la cena mía o de unos amigos”. A eso se le suma el trabajo de asesoramiento, “le recomiendo a todos los emprendedores lo que yo veo que está sucediendo: lo que falta, dónde comprar los insumos, cuál es el producto caliente”, explica.
La gastronomía paranaense
Para el emprendedor local “el salto de calidad en la gastronomía paranaense es real” aunque reconoce que aún “somos bastantes tradicionales”. Sin embargo, encuentra negocios que rompen los esquemas como por ejemplo Cayo Amarillo o Animal Carnívoro, “que buscaron ser los distintos, que crearon su propio producto de 0 a 100, personas que investigan el producto”.
Al hablar de gastronomía local no podemos dejar de mencionar el pescado, un clásico de estas latitudes. Para Beto lo que sucede en Paraná es que no todos saben que muchos ofrecen este producto, “pero hay, y creo que cada vez lo vamos a ver más en las cartas de nuestros restaurantes”.
Los objetivos
Consultado acerca del futuro de la gastronomía local, Beto no duda en afirmar que le gustaría que exista la ruta gastronómica, “creo que la ciudad está encaminada hacia eso. Se está fortaleciendo mucho el tema del pescado, Paraná lo tiene que reavivar porque es nuestro fuerte”, reconoce y agrega que “los eventos gastronómicos hacen muy bien porque es un mimo a los turistas y a nosotros mismos; esa mezcla de gastronomía que en otro lugar no se encuentra”.