Esta es la historia sobre un emotivo reencuentro. Él es guía profesional y ella es maestra jubilada, después de varios años, la vida los volvió a unir en una nueva aventura: escalar el Cerro Bayo en Neuquén. Marta Parada le enseñó geografía a Matías Lara en cuarto grado y desde siempre anheló en poder subir la cumbre, hasta que su antiguo alumno la ayudó a hacerlo realidad.
“Matías fue mi alumno en la Escuela 327 de Chos Malal en cuarto grado. Un niño que, como sus compañeros, era de jugar a la pelota en los recreos. Y que se esforzaba por hacer sus tareas, aplicado”, detalló Marta en diálogo con Diario Río Negro.
Agregó la maestra: “Tanto yo, como ellos, disfrutábamos de conocer nuestra provincia, ya que en cuarto grado el contenido específico de Ciencias Sociales es la provincia de Neuquén. Particularmente nos enfocábamos mucho en nuestra zona norte, su geografía, su historia, su gente y sus costumbres. Hicimos alguna excursión alguna vez y salidas por la localidad”.
El Cerro Bayo, rodeado de bosques y de una magnífica vista, no es fácil de escalar debido a gran pendiente y los fuertes vientos, pero la maestra de 68 años estaba dispuesta a enfrentar a ese desafío.
Cómo fue la aventura hasta Cerro Bayo
Antes de las 7 de la mañana, Marta, Matías, y Gachy Cabrera, otra experta en escalada, ya estaban en la ruta para comenzar la aventura. Luego de pasar por la villa del Curí Leuvú, ubicada en la base del cerro, siguieron hasta el puesto Vázquez, donde hay que dejar el auto y empezar a caminar. La dificultad del ascenso es media a alta, por lo que recomiendan hacerlo con guías habilitados.
Gachy, quien ya había escalado varias veces la cumbre, aseguró: “Siempre voy a la montaña con mucho respeto, porque sé que siempre se sufre en el Bayo, es duro, tiene mucho desnivel y son muchas horas de ascenso, todo el tiempo subiendo. Hay que ir con buena preparación física y mental, y con la indumentaria y elementos necesarios”.
Además, explicó el recorrido que debe hacerse: “El ascenso dura unas cinco horas. Es bastante empinado, sorteando rocas y bardas de color bayo, ese marrón clarito como el de los caballos en el campo. Después hay un tramo de rocas oscuras y el último tirón a la cumbre es larguísimo entre rocas, otra vez de color bayo”.
“Habremos dejado el vehículo pasadas las 7:30 y a eso de las tres y media de la tarde estábamos en la cumbre, casi ocho horas después, exactamente 7 horas y 40 minutos después. Es un cerro que algunos subestiman y es durísimo. El paisaje es espectacular, Marta quería llegar sí o sí. Estaba feliz y nosotros también”, aseguró.
Asimismo, Gachy señaló que desde la montaña se puede observar toda la Cordillera del Viento: “Desde el punto más bajo, que sería cerca de El Llano hasta los últimos cajones, la cumbre del cerro Corona, las tres lagunas del bayo congeladas. El Tromen, el Wayle, el Ñireco, el Palao, el Quebrada Mala y muchos otros del Departamento Chos Malal, tenes un panorama general de todo, Es hermoso”.
En la cima de la cumbre
Llena de emoción y con un sueño más cumplido de su lista, Marta aseguró: “Para mí fue hermoso ir al Cerro Bayo porque lo que yo les enseñaba en el aula, él pudo enseñármelo en vivo y en directo, además de estar pendiente de mi seguridad en todo momento. La vida es así: los roles son intercambiables, a veces se enseña y otras se aprende. Y así hasta el final de nuestros días”.
Como conclusión, comentó: “Fue una experiencia hermosa, ya hace tiempo que quería subir el Bayo, siempre lo veía ahí, un poco adelante de la Cordillera del Viento, pero formando parte de ella, tan imponente. Imaginarme a mi padre que se crió en el valle que está abajo… Una vez que caminé ese cajón, se veía el Bayo, o sea que formó parte también de sus paisajes de niño”.
“Ver desde arriba toda la Cordillera del Viento nevada fue doblemente emocionante porque el guía era Matías, mi alumno de cuarto grado. Es para mí hermoso eso. Estoy muy agradecida con Matías y Gachy: un desafío más que la vida me ha permitido concretar”, finalizó.