Angélica Ulloa, Kelly para todos los que la conocen, tiene 58 años, hace más de 40 que juega al fútbol y en la ciudad de Neuquén es la fundadora del equipo de femenino Quimey Neuquén.
Durante un encuentro recreativo de fútbol femenino entre equipos neuquinos de Boca y River, en el oeste de la ciudad, Kelly, que jugó para el Millo, fue homenajeada por tantos años en la actividad. "Empecé a jugar a los 16 años. Antes había hecho natación en Olimpo de Bahía Blanca, de donde soy oriunda. Ahí me comenzó a gustar el fútbol y aunque había otras mujeres que lo practicaban, jugábamos mixto", contó en una entrevista brindada al sitio Aguante Neuquén.
Siempre le gustó el fútbol pero confiesa que al principio no lo veía femenino. "Cuando iba a natación y pasaba por el Carminatti me gustaba ver los entrenamientos de Olimpo. Podíamos entrar porque teníamos el pase del club. También incursioné en el boxeo, siguiendo los pasos de mi padre, que había sido campeón en nuestra ciudad".
A horas del 8M, Kelly reflexionó sobre la situación actual de las mujeres en la Argentina. "La estamos pasando tan mal; tanta violencia, tanta discriminación que hay, las mujeres tenemos que valorarnos entre nosotras y además cada una tiene que ponerse de pie y valorarse a sí misma porque vale mucho. A veces nos dejamos someter y creemos que no somos suficientes y no es así. Tenemos que tener autoestima, orgullo y saber que vale un montón. Nosotras somos las que tenemos que despertarnos, valorarnos y poner los límites".
A muchas mujeres les cuesta conseguir el apoyo familiar cuando se deciden por el fútbol pero no fue un impedimento para ella: "Mi familia estaba en Neuquén cuando empecé a jugar y aceptaba lo que yo hacía. Veía bien que yo estuviera en una actividad así, en la que por querer rendir y estar bien, te aleja de muchas cosas malas, de vicios, que el día de mañana no te sirven para nada. El fútbol sí te da muchas cosas valiosas, por eso siempre me gustó y nunca dejé de hacerlo".
Cuando llegó a Neuquén continuó jugando y armó equipos para competir en las ligas como la histórica Aifoc (Asociación Infantil de Fútbol del Oeste Comunitario) o los juegos provinciales. Aunque una enfermedad la dejó afuera de las canchas por dos años. Luego regresó.
"Tengo cinco hijas y a todas las entrené en mi equipo, Quimey Neuquén. Una de ellas también jugó en Petrolero", cuenta orgullosa la jugadora que el 5 de septiembre cumplirá 59 años. Dice que el nombre del equipo le surgió cuando llegó a la capital porque "en ese momento me enamoré de Neuquén y no me fui más". Antes del entrenar al equipo femenino, Kelly le ayudaba al conjunto masculino de Kartódromo hasta que comenzaron a llegar nenas con ganas de jugar y se conformó el plantel.
"Cuando íbamos a las reuniones de la Liga Aifoc era la única mujer y eso animó a otras, incluso a las esposas de los entrenadores, que empezaron a ayudar. Nunca me sentí discriminada, siempre me trataron con respeto, incluso cuando tuve equipos de varones". Uno de los recuerdos que tiene de aquella época es un torneo que se organizó con la vecinal de San Lorenzo Sur en el que participaron conjuntos de Zapala, Cutral Co, y Olimpo.
Kelly cuenta que el deporte le permitió incorporar respeto y disciplina en su día a día. "Hoy veo que se han perdido muchos valores dentro de la cancha: esto se disfrutaba, ahora se miran como si fuera una competencia, con rivalidad. Nosotros jugábamos con Villa Mitre y después del partido nos hablábamos con las jugadoras como si nada y ahora si el otro equipo te gana ni las mirás; eso se perdió pero es algo que se puede recuperar y los técnicos tienen que aportar para eso".
"Es lindo ver tantas chicas jugando, incluso grandes y con hijos. Yo sigo y espero que me quede mucha cuerda", dice con una gran sonrisa y remarca la importancia de tener siempre el apoyo de su familia. "Dios me ha dado hijas hermosas, mis nietas que también juegan, mis yernos que son espectaculares y que siempre me acompañan. Ellos antes jugaban en mi equipo y luego me ayudaban en los entrenamientos, de hecho uno de ellos, Pedro, quedó como el entrenador de mi equipo. Pero también mi esposo me incentivó siempre. Cuando yo jugaba en Olimpo, que nos habíamos puesto de novios, él me iba a esperar a la salida de los entrenamientos. Siempre fuimos muy compañeros".
Lamenta que las jugadoras talentosas de la región no lleguen a los equipos grandes de Buenos Aires o a la Selección y asegura que "hay que mirar el fútbol comunitario porque ahí tenemos grandes jugadoras, tanto varones como mujeres, y no los miran; parece que solo tenés oportunidad si estás en un club. A veces, a los jóvenes del deporte comunitario se le va la edad esperando una chance".
Para que la actividad siga creciendo, considera que las mujeres deben organizarse. "Tenemos que apoyarnos, si alguna tiene la posibilidad de crecer, las mujeres deberíamos apoyarla. Porque el gasto económico es tremendo y hoy en día no hay ayuda económica y menos para esto, porque algunos lo ven como un pasatiempo, entonces no se pone interés ni se invierte. E invertir en esto es lo mejor que se puede hacer porque eliminaríamos muchas cosas malas y recuperaríamos muchos valores que te enseña el deporte".