María Teresa Hernández Cobos o Marité de Márquez, como la conocen, se recibió de la secundaria a los 67 años y salió abanderada con promedio de diez. Pero su vida no fue fácil, ya que sufrió el abandono materno y fue criada por una familia que la golpeaba.
La mendocina vive en el barrio La Estanzuela desde hace muchos años y se recibió de la secundaria en el CENS 3443, Ernesto Guevara, del mismo barrio. Marité cuenta cómo llegó a tener la banda celeste y blanca y a portar la Bandera Argentina, luego de muchos sacrificios, esfuerzos y sin darse por vencida.
Quién es Marité, la mujer que salió abanderada de la secundaria a los 67 años
La vida le jugó una mala pasada, pero pudo levantarse. Cuando Marité tenía 3 meses de vida, en 1955, su madre biológica viajó desde Tunuyán hasta la Ciudad para dejarla en la Casa Cuna.
Sin embargo, en la terminal de ómnibus, se cruzó con una mujer que estaba esperando el arribo de un paciente. Cuando le contó lo que planeaba hacer, la médica le ofreció un lugar para vivir: en su casa tenía una habitación con un baño pequeño que estaban desocupados.
La madre biológica de Marité aceptó, pero ya había tomado la decisión de no criar a su hija. “Al tiempo, mi madre biológica le dijo a la mujer que le había dado lugar para vivir conmigo, que había encontrado un trabajo y lo iba a tomar. Se fue y no volvió más”, contó Marité.
Entonces, la mujer fue criada por la familia que la había recibido en su casa, pero lo hicieron casi por obligación: “la mujer que me crio y su marido no tenían hijos por decisión propia, no querían tenerlos. A mí me pegaban mucho, ¡me golpeaban por todo! Si se me perdía el dinero, o me equivocaba en una compra, o no era lo que me pidieron, me pegaban”, rememoró.
Además, Marité contó que “yo no me quedaba callada, ¡era contestadora!, les decía ‘cuando sea grande, nadie va a poder pegarme’”.
La relación con sus criadores terminó cuando Marité se quedó embarazada, siendo soltera: “eso no estaba bien visto”.
Al tiempo, la mujer que cree en Dios, pensó que debía tener una recompensa y consiguió un trabajo en el antiguo “Metro Supermercados”.
Cuando su hijo Adrián tenía 4 años, conoció a su actual marido Horacio Márquez, un militar de la Fuerza Aérea. Junto a él pudo formar una familia: tuvo a su segundo hijo, Alejandro, quien hoy tiene 33 años.
Marité emprendió la búsqueda de la verdad
Aunque pasaron los años, el abandono seguía acompañándola a todas partes. Por eso, emprendió la búsqueda de su madre biológica.
“El abandono es algo muy terrible, que deja muchas secuelas. Yo tuve que hacer terapia, porque sufro de cefaleas crónicas, y esto según mis médicos y mi psicóloga es una secuela de haber sido abandonada”, confesó la mujer.
Marité lo logró. Primero encontró a una hermana de sangre, pero al poco tiempo falleció trágicamente. Ella recogió su tristeza y continuó buscando indicios para llegar a su madre.
Finalmente la encontró, pero la mujer la rechazó y le dijo que cuando la dejó en la casa de la familia que la crio no sintió nada y le pidió que no volviera a buscarla nunca más.
Sin embargo, al poco tiempo la madre biológica se enfermó y la mandó a buscar. Marité accedió: “tuve la oportunidad de cuidarla, para mí fue sanar una herida de la infancia, no sé lo que le pasó a ella, pero yo sí me pude curar”.
Cumplió el sueño de estudiar y salió abanderada
“Yo creo que los límites se los pone una”, dijo cuando empezó a contar cómo se dio cuenta que había llegado el momento de cumplir su sueño.
Un tiempo antes de la pandemia, su esposo recibió un doble trasplante hepático, y ella lo cuidó sola, sin pedirle ayuda ni a sus hijos.
“Mi esposo estuvo 23 días en terapia intensiva, y yo con él, a mí ya me habían puesto una sillita ahí”, expresó Marité. Luego de la recuperación de su esposo y en medio de la pandemia, Marité comenzó a estudiar.
“Mandé un mail a la escuela, en realidad lo mandó mi marido, porque yo no sabía usar la computadora, ahora aprendí” cuenta emocionada. Al poco tiempo le respondieron que se podía anotar.
“Empecé en el 2021, con mucha dificultad, yo desde 1968 que no iba a la escuela. Pero volver a estudiar fue lo mejor que me pasó. Estaba embobada con las clases de Ciencias Naturales, de Química, de Historia Argentina”.
Le costó inglés, pero lo superó con una profesora particular. “Ahora me busqué un cursito de inglés por internet”, contó. Otra materia que la sorprendió fue informática: “No sabés lo emocionante que fue para mí sentarme frente a una computadora y aprender a usarla”, confesó Marité.
El día que recibió la bandera estuvo acompañada de su esposo, su nuera y uno de sus hijos y su nieta Abigail. “Lo más hermoso que me pasó fue que mi nieta le contara a todo el mundo que su abuela era abanderada”, expresó.
Pero el estudio no finalizó allí, y continúa. Le queda un año más para hacer la especialización en Administración de Empresas y Microemprendimiento, que es la que se hace en el CENS.
Y ahora, ¿qué sigue? “Quiero seguir estudiando, lo que me gustaría es ser abogada, pero no sé si voy a poder cumplir con ese deseo. También me gusta el diseño de modas, yo me hago mi propia ropa, así es que por ahí, a mediados del 2023, me decido por eso”, dijo.
Por el momento, está atravesando un problema serio de salud, pero está segura de que va a poder superarlo. “Mi doctora y yo pensamos que voy a poder. Yo tengo mucha fe en Dios, no hago nada sin él. Creo que esto es lo que siempre me ha dado la fortaleza para seguir adelante”.