El film ‘La sociedad de la nieve’, recientemente estrenado en Netflix y que representará a España en los Oscar, reavivó el interés de turistas por conocer el Valle de las Lágrimas, lugar donde sucedió el inolvidable y trágico accidente de los rugbiers uruguayos en 1972.
A lo largo del tiempo, el sitio donde ocurrió el accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, se convirtió en un verdadero santuario y monumento que es visitado por cientos de personas cada año, y que diversas empresas permiten conocer una experiencia que marca para siempre a los visitantes.
Una tragedia cuyo lugar terminó siendo una atracción turística
Se estrenó recientemente el filme ‘La sociedad de la nieve’, dirigido por el español Juan Antonio Bayona, a partir del libro del uruguayo Pablo Vierci, que narra una de las más impactantes historias de supervivencia de todos los tiempos, la tragedia de los Andes.
Esta ficción recrea con crudeza lo que ocurrió entre 13 de octubre y el 22 de diciembre de 1972. Fueron 72 días, en los que los supervivientes del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, en su mayoría jugadores del Old Christians de rugby y sus familiares, pasaron en el Valle de las Lágrimas, después de que un error humano derivara en el choque del avión contra un glaciar.
Según relata Mar Gómez (@MarGomezH), doctora en Física y responsable de meteorología de @eltiempoes, “el piloto al mando, Julio César Ferradas, despegó el avión el 12 de octubre desde el aeropuerto internacional de Montevideo. Sin embargo, un sistema tormentoso sobre los Andes les obligó a pasar la noche en Mendoza, Argentina, hasta que las condiciones mejorasen”.
El hilo de Gómez continúa: “Al día siguiente, las condiciones aún no habían mejorado pero se preveía una mejora en el tiempo a primera ahora de la tarde, así que el vuelo se retrasó y despegó en torno a las 2.18 de ese viernes 13 de octubre”.
El relato de la experta, en la red social X, sigue detalladamente los hechos: “El piloto, experimentado, ya había volado sobre los Andes. No una ni dos ni tres veces sino en 29 ocasiones. Pero, mientras volaban sobre la cordillera, la gran cobertura de nubes impedía ver las montañas que se cernían bajo sus pies”.
“Debido a la gran nubosidad que había, los pilotos debían guiarse bajo las condiciones meteorológicas que les reportaban los instrumentos, sin poder confirmar visualmente cómo estaba la situación y su posición. Es decir, volaban de manera instrumental”.
“A las 3.21 pm, poco después de cruzar el paso de Planchón (límite del tráfico aéreo entre Chile y Argentina) y cuando creyeron haber sobrepasado los picos de los Andes, los pilotos solicitaron permiso al control aéreo para ir descendiendo, pensando que ya estaban cerca del destino”.
“El controlador aéreo autorizó a la nave a descender a unos 3.500 metros, sin saber, debido a la falta de cobertura de radar, que el avión todavía estaba volando sobre los Andes. Recuerdo que estamos en los 70 y la tecnología no era lo que es hoy en día”, continúa Mar Gómez en su relato.
La investigadora sigue detallando lo acontecido, diciendo que, “cuando las nubes se disiparon, vieron con horror como la montaña se cernía a sus pies. Reaccionaron y aplicaron la máxima potencia para ganar altitud y cruzar la cresta sur de los Andes, a unos 4.200 m de altitud. Sin embargo, el avión impactó contra la cresta de la montaña”.
Cabe destacar que el sitio del accidente lleva por nombre Valle de las Lágrimas, curiosamente, desde antes que ocurriera la llamada Tragedia de los Andes.
Fueron más de dos meses de penurias y temperaturas extremas los que Bayona plasmó en la película La sociedad de la nieve.
En el momento del accidente, tras el choque, se rompió la cola de la nave y el fuselaje comenzó a deslizarse a toda velocidad por la ladera de una montaña, hasta detenerse en un glaciar helado, El Valle de las Lágrimas, en el centro mismo de la cordillera de los Andes, en la frontera entre Chile y Argentina.
A tan solo 22 kilómetros en línea recta del sitio del accidente se encontraba el Hotel Termas El Sosneado, pero quienes fueron en busca de ayuda, Roberto Canessa y Nando Parrado, caminaron 38 km, en sentido opuesto.
Los supervivientes del Milagro de los Andes han regresado al Valle de las Lágrimas en múltiples ocasiones a lo largo de estos años. Han viajado en grupo, acompañados de amigos y familiares.
Pero, además, este sitio atrae a cientos de personas de Argentina, Latinoamérica y el mundo.
Un lugar para conocer
El Valle de las Lágrimas se encuentra cerca hotel abandonado Termas del Sosneado, y para llegar en vehículo hasta el Puesto El Soler y de allí a caballo hasta el campamento El Barroso, donde los viajeros hacen noche como adaptación, antes continuar el trayecto hacia el ligar del trágico accidente.
Las excursiones suelen tener una duración de 3 o 4 días, con itinerarios que incluyen actividades como trekking, cruces de ríos, visitas a glaciares y, finalmente, el emotivo encuentro con el santuario.
Para llegar hasta el glaciar, entre los volcanes Tinguiririca y Sosneado, en la falda de la sierra de San Hilario (una pared de rocas y hielo de 5.180 metros de altura), se recomienda contratar una empresa registrada en el Ente Mendoza Turismo (Emetur). Esto permitirá ser guiado por especialistas, contar con los servicios completos de los campamentos generales, contar con arrieros y caballos para cruces de río y apoyo directo, ante cualquier emergencia.
Los prestadores que ofrecen este servicio se pueden consultar en https://mendoza.tur.ar/turismo-aventura/
Cabe destacar que, en el campamento El Barroso, hay un control, en el que se deben abonar $35.000. Desde este sitio se presta una serie de servicios como telefonía satelital, equipamiento, gastronomía, sanitarios, entre otros, y se controla que las expediciones estén a cargo de empresas registradas y que cuenten con los elementos adecuados.