Juan Carlos Herrera, no supera los 50 años y lo distinguen fácilmente porque lleva en una mano el cajón limpiabotas y el kit de pomadas para desarrollar su tarea. Presenta una leve discapacidad mental pero esto no le impide comprender la criminalidad de sus actos, según los peritajes psicológicos que le han realizado.
Pero se trata de un hombre con accionar violento, y el personal policial, abogados, jueces y fiscales, funcionarios y empleados que desarrollan tareas diariamente en el edificio capitalino están cansados de su presencia: escupe, insulta, lanza golpes de puño, amenaza y hasta habría manoseado a algunas mujeres en los pasillos, entre otras agresiones, destacan quienes lo conocen.
Lo conocen como el "lustrazapatos de los magistrados" por la confianza que mantiene con algunos de ellos, que requieren de sus servicios todas las mañanas, principalmente en el cuarto piso, donde están los despachos más importantes del lugar, los de la Suprema Corte de Justicia.
Es más, están los que señalan que, extrañamente, le permiten dormir por las noches en el edificio de Patricias Mendocinas y Virgen del Carmen de Cuyo porque no tiene lugar fijo para vivir.
